Un nuevo esqueleto de época ibérica ha sido hallado en el poblado de La Celadilla (en Ademuz). Con ello eleva a seis el número de esqueletos descubiertos, lo que lo convierte en el "más numeroso" de la Península. El descubrimiento es el resultado de la última intervención arqueológica que se desarrolla en el yacimiento, financiada por la Fundación Pere Compte.

Los trabajos comenzaron en 2008, pero la sorpresa llegó en 2011, con el descubrimiento de restos de dos esqueletos.

El hallazgo es especialmente porque los íberos no enterraban a sus muertos. Su cultura dictaba que los cuerpos debían incinerarse.

Los arqueólogos consideran que los restos en esta "aldea" íbera de Ademuz serían consecuencia del incendio que la destruyó en torno al año 350 a. C. De ahí que hayan perdurado los esqueletos.

El último sacado a la luz es el de un individuo de edad adulta que aparece a escasos metros de los otros dos adultos masculinos que se localizaron en la campaña del año 2011, junto a la muralla de más de cinco metros que protegía el poblado.

Los arqueólogos han considerado en el pasado que este asentamiento íbero era reducido -debió ocupar tan solo media hectárea-, no comparable a los grandes de Edeta, en Llíria, o el Tos Pelat, en Moncada.

Pero La Celadilla de Ademuz se convierte, con apenas el diez por ciento de su superficie excavada, en el yacimiento de la península con mayor número de esqueletos, ya que con este suman siete en total, frente a tan solo otros tres poblados más en Almedinilla de Córdoba, en La Rioja alavesa y en Ciudad Real.

La posibilidad de estudiar los huesos de los esqueletos permite a los arqueólogos obtener información relativa a los individuos -sexo, edad, enfermedades- y, si se dispone de una muestra lo suficientemente amplia, también datos demográficos.

Asimismo, si existe la posibilidad de realizar análisis de ADN, se puede conocer el tipo de relaciones de parentesco que tenían entre ellos, con la importancia que ello tiene en una sociedad tribal como la ibérica.