Santiago Posteguillo (Valencia, 1967) regresa a los terrenos del emperador romano Trajano en Circo Máximo (Planeta), novela de más de mil páginas que presenta estos días. Es la segunda de la trilogía que le dedica a, personaje nacido en Hispania, quien pasó a la historia como el optimus princeps, el mejor de los gobernantes.

Todo un mensaje en tiempos de desencanto con la política, pero Posteguillo dice que no fue buscado. "Empecé la trilogía en 2009 y entonces España era diferente. No escribí pensando en eso, pero son inevitables los paralelismos", explica a Levante-EMV. Incluso están bien, dice "si podemos aprender de ellos".

La corrupción o las maneras de afrontar una crisis son asuntos de gobierno para Trajano. Como los de ahora. ¿Cuál es la receta para quedar victorioso en la Historia? "Para luchar contra los innobles hace falta alguien noble y muy firme, no basta con una de las dos cosas, sino las dos", razona el profesor de la Universitat Jaume I d Castelló. Pero la combinación no es fácil: "No es frecuente la gente que reúne esas dos virtudes y que ocupa puestos de dirección".

El malvado en su última novela es Mario Prisco, un senador corrupto. El paralelismo con la realidad española es sencillo. "Sin duda, Luis Bárcenas -señala-. Con la diferencia de que Prisco tuvo que devolver el dinero y fue desterrado".

Posteguillo se ha afianzado como una de las voces de referencia en la novela histórica española. El estilo en Circo Máximo está muy marcado por el cine, con escenas breves que llevan al lector de un punto a otro del imperio romano. "Lo digo en mis clases de literatura: en el siglo XXI no se puede escribir como en el XIX", explica. O dicho de otra manera, "un escritor no puede ignorar el cine en el siglo XXI". Un género hoy verdaderamente de masas, con más repercusión social que la literatura.

Su objetivo así al escribir es "intentar combinar el gran saber hacer del siglo XIX, pero teniendo en cuenta que están las películas".

La novela cuenta con abundante material histórico adicional. No es para demostrar conocimiento, dice, sino para ayudar. Aunque impostores en el género los hay, admite: "Es irresponsable ponerte a novelar una época y no haberte documentado".

Piensa cambiar un día de género, pero no cree en los grandes saltos. Mejor "ir de árbol en árbol", como las ardillas, comenta. Así que primero abordar alguna etapa de la Historia de España. Y sin alejarse del todo de Roma.