Parece resultar interesante, al menos a priori, la propuesta de CulturArts para que Valencia disponga de una minitemporada de zarzuela. No sólo por el género en sí sino, sobre todo, por la afición que siempre ha existido aquí por el mismo, que de menor tiene poco. Esta tierra ha sido, además, cuna de grandes compositores y letristas, aunque muchos de ellos tuvieran que cambiar de aires por las circunstancias que aún obligan a muchos actores, cantantes, directores, artistas, músicos... Pero lo más significativo de la propuesta al margen de que con una buena campaña de promoción, títulos y política de precios el éxito puede estar asegurado es que se van a rentabilizar unidades artísticas que si algo llevan pidiendo desde hace muchos años es una mayor presencia escénica y productiva.

El Ballet de la Generalitat, que cuesta en torno a un millón al año, apenas baila más que lo justo. Los músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana han optado por formar grupos paralelos para mantenerse en activo más allá de las representaciones operísticas o los conciertos de Les Arts. El Cor es algo más de lo mismo y si para algo ha de servir el Centro de Perfeccionamiento es para formar cantantes que han de cantar y de paso amortizar lo que nos ha costado su formación de la que otros acaban exprimiendo sus resultados.

Lo raro de esta iniciativa es que el lugar escogido sea el Teatro Principal y no Les Arts, un espacio construido supuesta y específicamente para ser un teatro musical de referencia y no sólo un buen fondo de retratos turísticos. Quizás la justificación esté en lo que cuesta abrir sus puertas: por ejemplo, ocho mil euros su auditorio superior unas horas.

El ERE de Les Arts está previsto que afecte a cerca de 120 trabajadores. Con ello se ahorrará, dicen, casi una masa salarial de cuatro millones de euros. ¡Qué casualidad!, justo lo que cuesta el mantenimiento del edificio al año. El que aún pagamos todos.