La entrevista se desarrolla en una de las cabinas de la 97.7. De fondo suena la careta del nuevo programa de Ximo Rovira, Valencia abierta. El comunicador habla con el mismo desparpajo que promete a la audiencia. El micrófono del estudio está apagado, pero él acaba colocándose junto a la espuma verde, como si le estuviera hablando a la audiencia.

«No interesa lo pequeño que parezca el comienzo», decía el filósofo Thoreau. Empieza una nueva etapa en la radio tras una larga carrera. ¿Qué supone?

Una ilusión renovada, un reto nuevo y un privilegio del que estoy muy agradecido, porque tener una propuesta en estos tiempos duros para arrancar un magacín en una casa como esta, que hace un tipo de radio con el que siento muy identificado (de proximidad y actualidad), me produce mucha ilusión. Vengo con toda la humildad a aportar lo que puedo llevar en la mochila tras 30 años de carrera.

¿Es difícil quitarse la etiqueta de estrella y que le vean con sencillez?

Llevo un par de semanas y los compañeros ya han visto que me gusta remangarme, que es lo único razonable que uno puede hacer si ama este oficio y lo único que funciona. La dimensión pública te da una imagen y la pongo al servicio de esta casa. Si ayuda a que quien no ha probado la 97.7 lo haga y sirve de gancho para que la familia crezca, me llenará de orgullo.

¿Qué podemos esperar de su magacín, Valencia abierta?

Una cita para compartir la actualidad, porque va a tener vocación de eso, pero de actualidad no política, sino social. Estamos en una casa donde Levante-EMV es un motor enorme de información y vamos a poner en valor esas sinergias informativas en las que somos imbatibles. Y, por supuesto, van a pasar personajes de actualidad; también algunos colaboradores nuevos y otros que ya estaban en Ràdio 9. Todo contado por un tipo bienhumorado, de la Safor, al que le gusta contar las cosas con desparpajo y alguna chanza. Un programa también abierto a los oyentes, porque nos gusta escuchar.

Superados los 50, ¿puede decir que es más hombre de radio que de televisión?

Sí. Fue mi primera pasión en la comunicación y mi primera oportunidad también en el lejano ya 1983. Me siento un profesional de radio, tengo muchas horas de vuelo y me encuentro en mi salsa: son equipos más pequeños, la actualidad más directa. La televisión es mastodóntica y compleja.

Acabada su etapa en la radio pública, ¿tenía claro que quería continuar en las ondas?

Era lo que más me apetecía. Con Ràdio 9 llevaba un periodo estable de tres temporadas, me encuentro en plena forma y era momento para aprovechar esa inercia. Surgió la oportunidad de la 97.7 y no lo dudé. Lo cual no es óbice para seguir manteniendo opciones en la televisión. Esta casa hace una televisión muy digna y también me ha abierto las puertas a una colaboración en el futuro. Además se inicia una etapa nueva en Canal 9, con unas reglas de juego distintas tras la etapa convulsa y dramática del ERE. Si puedo aportar, estaré encantado.

Incluso participa con su productora en uno de los grupos (Tombatossal) que opta a quedarse parte de la parrilla€

Así es. Confieso que me gusta más la trastienda de la televisión „productos artesanales, no grandes proyectos„ que ponerme delante de las cámaras, que es un muy bonito, pero desgastante. Tuvimos la posibilidad de formar parte, infinitesimalmente, en este grupo y, sin cerrarnos las puertas con otras productoras, decidimos embarcarnos. Veremos qué pasa y, si nos toca algo, nos dejaremos la piel.

¿Le ha dolido algo del final de la etapa en la radio y la televisión públicas?

Me ha dolido mucho que amigos y compañeros de muchos años salgan de esa casa derrumbados e injustamente tratados. Ese ERE ha sido una injusticia y ha estado muy mal hecho; se ha maltratado a los profesionales y, desde el principio, estoy con mis compañeros. Puede pensarse que tengo otro estatus porque soy autónomo y no masa salarial, pero no. Ha sido un tsunami muy doloroso.

¿Qué diferencia hay entre el Ximo Rovira actual y el que «Tómbola» hizo famoso?

Aquello empezó en 1997, en el siglo pasado, y yo tenía treinta y tantos. Soy una persona distinta, pero mantengo mis señas de identidad, sóc saforenc€

No olvide que nació en Madrid€

Avatares del desarrollismo, había que buscarse la vida y mi padre fue a trabajar allí, pero me siento hijo de Gandia, allí fui al instituto Ausiàs March y uno es de donde hace el bachillerato ¿no? Allí me enamoré y sigo manteniendo vínculos personales y familiares.

Volvamos a «Tómbola»€

Sí. Es verdad que el globo se hinchó muchísimo, pero soy en esencia el mismo, aunque muy distinto en algunas cosas.

¿Más precavido, más temeroso de los demás?

No. Sigo igual de inconsciente, me tiro a la piscina y pregunto luego si hay agua. No he sido excesivamente receloso. Hace diez años que terminó€

Y lo seguimos recordando€

A veces me llaman de programas para ir a recordar y no me apetece. No reniego, soy tombolero y dicharachero, pero soy de los que termina una etapa y ya está. ¿Para qué recordar las peleas con Mariñas o los marrones con invitados como Al Bano€?

No reniega, ¿pero no lo volvería a presentar?

Si hace cuatro días estuve presentado Dónde estás corazón en Antena 3€ Soy presentador profesional, muy capaz de distinguir mi vida personal del trabajo. Quizá mercenario es muy fuerte, pero soy profesional. Es verdad que soy mucho más feliz con este regreso a la radio y a la tierra; estoy más tranquilo. Gano menos, pero no me hace falta: reajustas tus necesidades, porque lo que tenemos que tender es a ser felices.

Siempre le quedará la bala en la recámara de exprimir lo vivido allí en unas jugosas memorias, ¿no?

Hubo en su día una propuesta. Pasado el tiempo, sería buen momento quizá. Tengo mala memoria y tendríamos que reunirnos algunos de los que pergeñábamos el programa. Sale una historia singular y jugosa, sí.

Vista la evolución de los programas del cotilleo, ¿se fue injusto con «Tómbola»?

Nos dieron por todos lados y lo asumíamos. El pecado fundamental era que estábamos en una televisión pública y es muy respetable pensar que esta no debe dar pábulo a este periodismo más visceral. Respeto y casi me alineo con esa posición, pero Tómbola era extremadamente rentable también. ¿Si me siento orgulloso de ser padre de todo ello? Ni orgulloso ni no, estuve y ya está.

¿De su etapa madrileña en la televisión le quedan marcas de muchos navajazos?

Menos de los que la gente cree. En Antena 3 me llamaron por confianza y es como un noviazgo: se nos acabó el amor y volví a Valencia. Pero no percibí tanta jungla como se piensa. Lo que es una pena es que desde Valencia no hayamos conseguido generar una industria para competir. El talento ha sido infrautilizado en comparación con Galicia o el País Vasco.

Imaginemos que estamos a media mañana y le da al dial. ¿Qué opinión le merece el tono general de la radio: reiterativo, muy politizado?

¿A qué hora le damos, venga?

Pongamos a las 11.

Respeto absoluto y devoción para Gemma Nierga y Carlos Herrera, los dos grandes a esa hora, cuando no ha empezado aún Valencia abierta en la 97.7, pero encontrará una música estupenda con Silvia Tomás, y a las 12.30 se encontrará con nuestro lema: «Lo que pasa es lo que escuchas» y «La radio de tu tierra». Creo que tenemos un hueco con nuestros modestos medios. Nos dedicaremos a otra cosa, más social, más en contacto con el pueblo.

Volvamos al principio, «el futuro nos tortura y el pasado nos encadena», decía Flaubert. ¿Usted, cómo encara el porvenir?

En lo personal, sereno, tranquilo, con pocas necesidades y mucho que disfrutar de la vida en este momento bueno, con mucha armonía en lo familiar. Profesionalmente, estoy nervioso [ríe]. Sí, sí€ Tienes un hormigueo en el estómago, que controlado es positivo, porque significa que hay motivación.