Cada uno protesta como sabe. Y sin en su día lo hicieron las artes escénicas, los editores, libreros o el mundo de la cultura en general con diversas acciones, ayer le tocaba el turno a los músicos de las orquestas sinfónicas. Y lo hicieron con música. En la misma Plaza de la Virgen. Con una acción conjunta, al igual que en otras veinte ciudades españolas.

Esta era la segunda ocasión que músicos de la Orquestra de la Comunitat Valenciana y de la Orquesta de Valencia compartían escenario, en este caso escaleras. Y también la primera vez que los titulares de ambas formaciones; Yaron Traub y Omer Wellber intercambiaban las batutas con un repertorio de Mozart, Rossini, Giménez y Luis Cobos.

Se trataba de reivindicar el fin de los recortes, despidos, subida del IVA cultural y la situación de precariedad que todas estas decisiones políticas están llevando al mundo de la cultura y por supuesto al de la música al pozo. Hasta el extremo de amenazar la continuidad de unas y el desarrollo de las 26 orquestas sinfónicas profesionales existentes en España.

Más de mil músicos tomaban parte en España de la iniciativa convocada por AIE y la Asociación de Músicos Profesionales de Orquestas Sinfónicas. Varios centenares de personas siguieron de cerca el evento en Valencia. Entre ellos muchos turistas que sorprendidos preguntaban por la convocatoria.

El escritor Fernando Delgado fue el encargado de leer un manifiesto en el que se recordaba que durante los últimos 30 años se había logrado construir un plantel de orquestas de gran nivel que ahora se ven amenazadas y cuyos planes de discontinuidad pueden hacerlas retroceder tres décadas.

«Un país que se precie de serlo debe cuidar a sus orquestas para que puedan representar a la cultura y la excelencia. El trabajo y futuro de nuestras orquestas depende de la normas y leyes que se van creando o destruyendo. Por eso es importante alcanzar un pacto por la cultura, la música en la infancia, los conservatorios, las escuelas y la vida cotidiana. Pedimos responsabilidad civil», dijo Delgado. La música sonó y el publicó se solidarizó con cerradas ovaciones. Ahora espera un concierto internacional de apoyo. Nadie se rinde.