¿Os acordáis de cuando había horizonte?, dice un hombre a su familia mirando al mar. Al lado de esa viñeta se sentó ayer su autor, Andrés Rábago (Madrid, 1947) padre de los heterónimos OPS, El Roto y Rábago, al presentar la exposición que le dedica la Universitat de València. El proyecto nació en el Centre d'Art Tecla Sala de l'Hospitalet de Llobregat, pero llega ampliado al Centre Cultural La Nau, que dedica tres salas (una por cada identidad del dibujante, Premio Nacional de Ilustración 2012) para reunir más de 200 piezas hasta el 12 de enero y ofrecer así «la más amplia retrospectiva hasta la fecha» del autor.

¿Quién es este Pessoa de los dibujantes? «Cada uno responde a una mente distinta contesta Andrés Rábagoy cada momento requiere un lenguaje distinto». El desasosegante OPS, ilustrador sin concesiones del silencio y la negritud de la dictadura, quedó atrás al pasar aquel tiempo. El Roto es el humorista gráfico conectado con la realidad actual que firma una viñeta diaria. Y Rábago es «un pintor religioso», «preocupado por el territorio del alma», una visión de lo humano cada vez más olvidada, dice.

«Soy un dibujante contenido», afirma. Alguien que quiere «decir lo que debe ser dicho no por una demostración de valentía», alguien que intenta «ser útil y no hiriente». «No quiero molestar, no soy el que castiga a los malvados». Su fin es «añadir comprensión a la dificultad de entender» la realidad.

Se le nota poco cómodo cuando en la conversación aparecen las referencias a Mahoma, el Islam y las amenazas a los dibujantes. ¿Miedo? No es un asunto candente en España, responde a Levante-EMV. «No vivimos en una sociedad islámica; si fuera así no podría dibujar probablemente», sentencia.

Lo suyo es la crítica contundente en pocos trazos y pocas palabras. Lo suyo no es el humor blanco, sino el lenguaje satírico.

No cree que sea más negro ahora. Si hay más oscuridad en sus dibujos, esta no emana de la manera de mirar, sino del propio ambiente, porque «hay asuntos de gravedad, más tenebrosos».

No habla en concreto de la realidad valenciana, que observa solo en la medida que forma parte de la situación general, como «prototipo de algunas cosas en sentido negativo».

Rábago rechaza la etiqueta de intelectual, territorio en el que no se siente a gusto. Ayer anunció que donará parte de su legado a la Fundación Martínez Guerricabeitia, radicada en la Universitat.

¿Cómo era, papa?, pregunta el niño de espaldas de la viñeta sobre el horizonte perdido de vista.