«Creo comprender más o menos lo que empuja a una persona que se siente testigo de hechos importantes a anotar asiduamente los datos pertinentes y sus propios comentarios, que lo son también sin duda, por lo menos a su juicio. Nunca he sentido que fuera ése mi caso. Siempre he estado al margen de los centros de decisión y de los hechos notorios, nunca me he codeado con las grandes figuras y me es imposible imaginar que mi testimonio tenga algún valor objetivo. Pero tampoco me siento muy afín a esos espíritus que fijan en el papel los acontecimientos nimios de sus vidas privadas, sin duda para ulteriores evocaciones íntimas, o que exploran interminablemente los matices, las sutilezas y las irisaciones de su ánimo, supongo que por deseo de conocimiento y no sólo por autocomplacencia. Son cosas a las que unos cuadernos como éstos, proseguidos a lo largo de muchos años, pueden acercarse a veces, pero que en todo caso están lejos de caracterizarlos. Advierto pues al lector que si espera encontrar aquí alguna información útil, biográfica o histórica, o alguna visión instructiva de la actualidad de tal o cual época, o las sabrosas anécdotas que tanto satisfacen a los espíritus ágiles, no podrá sino quedar gravemente defraudado. Y sin embargo puede decirse que hay un poco de todo eso en estos cuadernos».

El propio poeta Tomás Segovia (Valencia, 1927-México, 2011) explicó con estas palabras el contenido del segundo volumen de sus pensamientos, publicado por la editorial valenciana Pre-textos, bajo el título El tiempo en los brazos. Cuadernos de notas (1984-2005). Ya en 2009 vio la luz una primera parte de El tiempo en los brazos y que recogía las anotaciones que el autor de obras como Misma juventud tomó entre 1950-1983.

Huérfano, nómada y solitario. Son los tres puntales para entender a Segovia y que de alguna manera el propio escritor plasma en estos pensamientos que hoy ven la luz. Esa soledad la revela a poco que el lector comience a bucear en este segundo tomo de sus pensamientos. La noche del 5 de enero de 1984 escribe: «Siempre recomienzo. Y siempre solo. Estoy tan cansado que empiezo a entender. Sí, tengo que seguir obstinándome en pensar en primera persona, sin cuidarme para nada del juicio de los bobos. Ensanchar el campo del pensamiento de primera persona, limitado hasta ahora principalmente el pensamiento del poeta y al del profeta. (La vía de Nietzsche, obviamente)».

Personalidad y obras

Los pensamientos de Segovia dejan ver además una personalidad de altibajos y cómo afectaba su ánimo a su trabajo. Un 20 de abril del mismo año recordaba: «En una semana he escrito ocho poemas, casi todos en media hora más o menos. Y he pasado por toda la gama imaginable de sentimientos. Anoche, por ejemplo, a las seis de la mañana estaba llorando inconteniblemente. Después, en la mitad de la noche, soñando con delirio, agitado, despertándome a cada rato, volviendo a mi alucinación de dicha sexual». Tan solo tres días después narra sentimientos relacionados con «maravillosas fantasías», «gratitud, cumplimiento».

Su pesadumbre de ánimo continúa en los 90. «Por qué me sucede tan a menudo esto? Me paso largas temporadas sin la mínima calma necesaria para anotar cosas en estos cuadernos», escribió el 8 de julio de 1991.

En todas las anotaciones del autor valenciano no hay ni una sola referencia a los acontecimientos sucedidos en las fechas en las que data sus pensamientos. Sin embargo, el trasfondo de las notas proviene de los hechos cotidianos: psicología, ética, moral, deseo,... Son los campos que toca en sus escritos desde 1984 hasta 2005.

Ya entrado el siglo XXI, en 2001, Segovia, de 74 años, reflexiona sobre la vejez, sobre su vejez. «Hay aspectos de la vida en que empiezo a sentirme viejo, pero no en todo lo que sea actividad mental, vida interior, pensamiento, creatividad, inteligencia». Y así fue hasta el 7 de noviembre de 2011, cuando se marchó de este mundo, eso sí, pegado a la literatura.

Pre-textos ha sido su editorial española desde 1983. Le condujo hasta ella Ramón Gaya, amigo de siempre que entonces vivía en Valencia. Segovia se instalaría en Madrid en 1985. Partición fue el primer poemario publicado por la firma valenciana. Luego han venido trece libros más. Entre ellos, el libro de relatos Otro invierno (2001) y la primera parte de sus memorias, El tiempo en los brazos (2009), que hoy se completa con esta segunda parte, con sus pensamientos de 1984 a 2005.