Este espectáculo se ha creado con motivo de la celebración de los 10 años de Espacio Inestable y de los 15 de la compañía que está detrás de esta sala, que sigue apostando por obras arriesgadas, molestas temáticamente o, simplemente, inconformistas. Además de los actores, el montaje ha contado con múltiples personas que aportan sus opiniones grabadas sobre el tema básico: la resistencia.

La plasticidad de este trabajo, que cuestiona los elementos compositivos tradicionales, brota al imaginar un espacio vacío que se va llenando de personas resistentes, un margen de esperanza para los tiempos confusos en que vivimos; o no, tiempos claros donde la banca siempre gana. Al principio, un grupo de actores responde, corporalmente, a preguntas, existencias y políticas. Después hay un momento itinerante por distintos espacios (todos ellos inestables), donde el espectador vive manifestaciones individuales de resistencia, como la de un cantautor en el tejado... A continuación llegan las respuestas de los entrevistados, lo que da pie a la mesa de los juguetes, para vislumbrar la situación política y económica actual, para resumirla con ingeniosas y divertidas reflexiones. Una mesa entre las que destaca una perra pastor alemán que vigila Europa. Y en medio se oyen unas reflexiones de Antoni Tordera, rebeliones poéticas, impertinentes y acertados dardos sobre el mundo teatral actual, sobre el ombligo de los directores de escena, por ejemplo.

Sólo una pega a tan atractiva creación, fútbol en la calle incluido: habría que cuidar más determinados detalles y la dicción y organicidad de algunas frases. Lo contemporáneo no quita para que oigan bien los mensajes. Pega minúscula en esta contundencia ideológica y estética, ideal para los que huyen del teatro superficial dominante. Un teatro, en fin, libre y fresco, del día, refugio de una periferia en la que lograr un encuentro no viciado, en las antípodas de la comunicación mercantil. Impagable.