Decía don Joseph Joubert (un escritor que no publicó nada, recuperado hoy como valiosa figura del pensamiento francés, a partir de los manuscritos íntimos que publicó después de su muerte su gran amigo Chauteaubriand): «Sólo buscando las palabras se encuentran los pensamientos».

La búsqueda, clasificación y cuidado de las palabras de nuestra lengua es la tarea ingente que se propusieron en 1713 Juan Manuel Fernández Pacheco, Marqués de Villena y sus siete cultos contertulios (más o menos coetáneos de Joubert) dando origen a la que Lázaro Carreter calificó de «una de las más esforzadas acciones de que puede ufanarse la cultura española»: la fundación de la Real Academia Española y la consiguiente, admirable serie de publicaciones en torno al fundamental Diccionario, que el año que viene lanzará su edición número 23. El tricentenario de la Academia, con la gran exposición inaugurada en Madrid, entraña la gratitud a aquellos ilustrados, a la vez que es un toque de atención hacia la importancia y valor de las palabras, que nos unen, definen y determinan la precisión de las ideas.

Hay otros sistemas de comunicación a nuestro alcance. Si el lenguaje corporal es uno de ellos, lo es con ayuda de todo lo que reviste al cuerpo. No recuerdo quien era el modisto que afirmaba: «Lo que nosotros hacemos es proporcionar medios para que cada cual construya con ellos su propia representación expresiva». A fin de cuentas, la moda es eso, y por ello se multiplica en aspectos tan varios. En el que implica un alto grado de esplendor se ha distinguido siempre Amado, artífice de la piel y de todo lo que conlleva suntuosidad no reñida con lo funcional.

Desde hace muchos años, los desfiles de Amado, aquí y fuera, han sido en todo momento un must. Recuerdo uno, sobresaliente, en Milán, junto a las firmas más destacadas de la peletería europea y con las supermodelos del momento. Pero ahora que se valora „en estas páginas de Levante-EMV ha ocupado buenos espacios„ el patrimonio histórico/estético de las Villas de Benicàssim, evoco el desfile que Amado presentó años atrás en una de las más caracterizadas: «Villa Elisa», edificio y jardín empapados todavía de las huellas de una época florida, puntuada de sombrillas y sombreros de Jipijapa, perfumes de Houbigant, abanicos pintados, guantes de encaje y cigarrillos turcos.

Amado vuelve a primer plano, junto a quien le ha acompañado en tantas ocasiones: Tono Sanmartín, autor de maquillajes y peinados inconfundibles que resaltarán la colección de peletería y costura. Será hoy en el Palau de la Música y con un sello que refuerza la convocatoria: la Casa de la Caridad, mediante un sencillo donativo. El desfile, que presentará Laura Grande, se anuncia a las seis y media de la tarde y se cerrará con el sorteo de una de las prendas exhibidas. La asistencia debe responder a tales incentivos.