Lang Lang es un tipo listo, gran pianista y además mediático. El domingo vuelve a Valencia. Será su tercera visita. La primera, en la sala Rodrigo, apenas reunió 200 personas. En esta última todo esta vendido hace días. Y, además, no son entradas subvencionadas, como casi toda la oferta del Palau de la Música, sino que es la primera experiencia del auditorio en ceder el escenario a un artista de clásica a cambio de la recaudación, esto es, sin riesgo. El Palau cobrará por su alquiler, el público pagará su entrada a precio de mercado y todos felices. El Palau estrena así una fórmula que puede dar sus resultados y abaratar costes de funcionamiento en un momento de estrechez económica y sin que se resienta la oferta. El problema será el precio, sobre todo cuando se trate de orquestas. Pero había que dar el paso, como lo dio hace muchos años el Auditorio Nacional.

Pero en el caso de Lang Lang hay un añadido y es que el pianista chino es muy diferente, y no porque haya escogido un repertorio para estudiantes de piano„Mozart y Chopin„ y todos los públicos, sino porque en diez años se ha puesto en la cúspide gracias a su capacidad comunicativa y sencillez. Más allá de la técnica y calidad„le sobran„ ha sabido como pocos aprovechar las nuevas tecnologías. Lang Lang es un nuevo formato de artista pegado a su tiempo que va a cambiar la imagen que se tenía de la música clásica, un mundo imaginado de divos y artistas complicados.

Para esta gira española ha estrenado una plataforma digital que permite seguir sus pasos día a día. Se le ve recién levantado, a punto de comer mientras explica su mañana por Bilbao, el aterrizaje con su avión privado, la prueba de sonido e incluso se le escucha en la primera sonata de Mozart de su último concierto. Se verá su clase magistral, como se le ve en el camerino. Él mismo explica cómo se siente. Viste vaqueros y camisetas y pasaría por un joven turista. Es el nuevo arquetipo, el antidivo y además con una gran visión de negocio. ¿Qué más se puede pedir? Escucharlo en directo.