La Fundación Bancaja no tiene idea de mantener el Museo Sorolla en el que planea convertir su actual centro cultural en Valencia. Aunque el proyecto está en fase de conversaciones iniciales, el planteamiento de la entidad es claro: ni gestionarlo ni financiarlo en solitario. La institución hija de la extinta caja de ahorros quiere que participen en igualdad de condiciones las instituciones públicas, e incluso las privadas que quieran implicarse. "El Museo Sorolla no será de la Fundación Bancaja", afirman fuentes de esta. Además, añaden, hay que contar con la autofinanciación mediante entradas -la recaudación del centro cultural ahora va a tres ONG- y productos de mercadotecnia.

La postura concuerda con la debilidad financiera actual de la entidad, capaz hace cinco años de invertir casi cinco millones de euros en el traslado y la exposición de los paneles de Joaquín Sorolla para la Hispanic Society de Nueva York.

Eran otros tiempos, cuando la fundación se financiaba con los beneficios de su matriz, Bancaja. Hoy, tras la intervención del banco, la entidad creada para fines sociales y culturales no tiene relación alguna con Bankia, el comprador de Bancaja, así que en este momento no cuenta con fuentes de ingresos periódicos.

La nueva fundación de carácter especial -terminología técnica- está en proceso de construcción, con un patronato aún por definir y en el que espera que participen mecenas y patrocinadores para garantizar su funcionamiento.

El futuro económico de la Fundación Bancaja, pese a las resonancias históricas del nombre, no es diferente al de cualquier otra entidad del llamado tercer sector: pasa por salir a la calle y buscar recursos.

El contexto es importante para comprender los entresijos del proyecto de Museo Sorolla, que ocuparía en pleno el centro cultural actual. Este ha pasado en los últimos años a programar exposiciones con una duración de un año, hecho que da cuenta de las dificultades para mantener una actividad constante. Un Museo Sorolla, permanente, sería un paso más allá en ese camino. Al tiempo, aumentaría el impacto social de la entidad al contener un reclamo turístico y cultural de la ciudad.

Todo ello, siempre que el proyecto fructifique, algo que ni en la Generalitat ni en la propia Fundación Bancaja -únicos interlocutores hasta el momento- dan por seguro. El Museo Sorolla se mantiene por ahora en el gaseoso terreno de la confianza y la esperanza. Sería, sí, un atractivo para la ciudad que vio nacer al artista y principal escenario de sus pinturas, pero no se escapa la complejidad de reunir un fondo tan disperso: la Diputación de Valencia, el ayuntamiento, el IVAM, el Museo de Bellas Artes San Pío V (que a su vez conserva obra de la Academia de San Carlos).

"Es difícil, pero eso no quiere decir que es imposible", aseveran ayer representantes de la Fundación Bancaja.