Acabó la temporada en la provincia de Valencia con una novillada organizada por la Escuela de Tauromaquia de Valencia, en esta ocasión en la centenaria plaza de toros de Chelva. Con entrada gratuita para los aficionados y en mañana de agradable climatología, en el ensolerado coso chelvano se dieron cita un elevado numero de aficionados.

El festejo volvía a tener el aliciente de poder calibrar el aprendizaje de seis de los más nuevos valores de la escuela en sus primeros pasos por la profesión.

Unas escuelas taurinas que, tras el reciente reconocimiento de la tauromaquia como bien cultural inmaterial, cobran una mayor importancia en su aspecto académico. No sólo para enseñar la profesión del toreo, sino dentro de la formación integral de los alumnos. Sin perder de vista la entrada del espectáculo taurino en las aulas de colegios y universidades.

Ayer se lidiaron reses de la ganadería de Giménez Indarte. Un encierro correctamente presentado, variado de pelajes y cuyo juego resultó muy colaborador aunque también un punto exigente para los actuantes. Todos enrazados y de incansable movilidad.

Esta prueba de fin de curso la pasaron los chavales con suficiencia. con desigual acierto. Unos progresan adecuadamente, otros necesitan mejorar, y todos deben de aplicarse con esfuerzo, entrega y dedicación si quieren abrirse paso en esta profesión.

Abrió el festejo Cristian Gómez, quien tras su excelente actuación días pasados en Algemesí, ratificó su buen momento. Firmeza, cadencia y templanza fueron los principales ingredientes de su actuación. Juan Gutiérrez se mostró como torero de buen corte, firmando momentos de pinturera expresión.

Santiago Sevilla lució por su compostura y sentido de la ligazón. Alejandro Contreras, a pesar de su bisoñez, apuntó interesantes detalles con capote y muleta y se fue detrás de la espada a la hora de matar.

Miguel Senent sorprendió por su desparpajo y soltura. Menudo de cuerpo, mataba su segundo novillo, lo que no fue óbice para que firmase una labor vistosa y de gran llegada a los tendidos. Y Vicente Tudón, quien cerraba el sexteto, lanceó con vistosidad y muleteó con tanta firmeza como entrega.