Obras de Rachmaninov y Mahler.

Palau de la Música (valencia)

Khatia Buniatishvili (piano) y Orquestra de València. Director: Yaron Traub.

En el día de su fiesta, Yaron Traub ofreció el concierto a Santa Cecilia. La patrona de la música debió de quedar contenta con mucho pero no con todo lo que oyó; lo mismo que los asistentes que abarrotaron la Iturbi. Incluyen éstos a unas autoridades sobre cuyas localidades de privilegio, desde hace algunas semanas al menos recae antes, después y en el descanso de los conciertos la luz proyectada por unos focos nunca mejor llamados cañones que sin duda potenciarán la nitidez de las tomas videográficas que se exhiban en las campañas electorales que se avecinan. Igualmente a los (tampoco nunca mejor dicho) deslumbrados espectadores de anfiteatro. Es cosa mínima, ya lo sé, pero ¿está bien, es lícito, legítimo y aun legal que parte de una cuenta de la luz pagada por los contribuyentes se vaya así en autobombo político?

En el Segundo de Rachmaninov se presentó la georgiana Khatia Buniatishvili (Tiflis, 1987), que demostró ser una intérprete muy completa, esto es, sin ningún flanco débil y sí con varios fuertes aunque ninguno insuperable. En concreto, en el allegro scherzando conclusivo escogió un tempo demasiado rápido para la claridad de articulación de que se demostró capaz, un defecto muy frecuente en músicos mayoritariamente jóvenes que buscan el triunfo a través del virtuosismo extremo, sin darse cuenta de lo preferible que resulta que la cabeza se adecúe a la velocidad posible para los dedos en lugar de intentar lo contrario. En los dos primero movimientos había estado mucho más equilibrada con el apoyo de una dirección siempre pendiente de la solista desde una firmeza no confundida con la rigidez. Un adagio sensible que no sensiblero y la intervención de las violas en el segundo tema del final constituyeron los momentos más memorables de la versión. La Primera de Mahler corrió peor suerte, sobre todo porque resultó muy irregular en varios sentidos. En lo material, los metales desde luego no tuvieron su noche. En lo inmaterial, la batuta no consiguió un enfoque único o al menos coherente de todo el discurso expresivo.