La sensación que transmiten los atolondrados cambios y drásticos recortes que está ejecutando la Generalitat para intentar cuadrar unas cuentas que ella misma ha descuadrado alocadamente véase RTVV, la Ciudad de la Luz o la de las Ciencias, entre otros emblemas del capricho político es que se están realizando sin una hoja de ruta clara, horizonte a la vista ni seguridad de final feliz. Vamos, sobre la marcha.

La sentencia del ERE y la disolución de RTVV de un día para otro es un claro ejemplo, como lo fue y es también la creación de ese holding cultural llamado CulturArts que ahora necesita cerca de tres millones de euros para cumplir con sus compromisos con el personal de la casa: nóminas e indemnizaciones.

Justifica la Administración que en su día los cálculos se hicieron mal. Hombre, al fin reconocen que quien parió la idea de crear CulturArts no sabía lo que se llevaba entre manos por ahí andaba Ernesto Moreno, el actual liquidador de RTVV y que si se decretó su creación fue con la simple voluntad de reducir plantilla y deshinchar la masa salarial, manteniendo, eso sí, a todos los altos cargos que inflaron el agujero económico de la casa con ocho millones de euros. Pero poco más.

Apenas existe sensación de que algo haya cambiado CulturArts en su año de vida, salvo que se han recuperado formas. Pero, al mismo tiempo, también se han diluido los institutos y existe cierto hermetismo en torno a ellos y su trabajo. Todo continúa funcionando de la misma manera, por inercia, pese a la buena voluntad de Manuel Tomás y su esfuerzo de diálogo. De momento, no se notan las «sinergias» y «flujos» que justificaban la fusión.

Por cierto, me preguntan qué va a hacer el personal del Palau de les Arts durante estos dos meses y medio en que no va a ver ópera en el complejo cultural, salvo una de bolsillo del Centro de Perfeccionamiento. ¿Hay alguien ahí?