Ahora que culminan las celebraciones del III Centenario del nacimiento de Jorge Juan (nació en Novelda el 5-1-1713), es el momento de hacer balance. Jorge Juan es un personaje clave de la Ilustración Española; yo sólo me centraré en su obra científica.

Para conocer su rica trayectoria vital conviene empezar por el viaje de la Academia de Ciencias de París al Virreinato del Perú para medir un arco del meridiano terrestre. Jorge Juan sólo tenía 22 años y en ese periplo de diez años maduró como científico. De esa empresa regresó plenamente formado, como lo atestiguan sus Observaciones Astronómicas y Phisicas (Madrid, 1748) donde se exponen las hipótesis y se plasman los resultados científicos. En este libro, del que se hicieron 900 ejemplares, Jorge Juan se muestra partidario de Newton y de la teoría heliocéntrica de Copérnico, aunque las expone como mera hipótesis para superar la censura del Santo Oficio. No fue hasta 1773, ya fallecido Jorge Juan, que se incluyó en la segunda edición de sus Observaciones, y por expreso deseo suyo, el folleto de trece páginas que lleva por título El estado de la astronomía en Europa por su radical observancia de la física newtoniana y el copernicanismo, desautorizado en la edición de 1748. Jorge Juan era caballero de la orden religioso-militar de Malta y estaba autorizado para la lectura de libros prohibidos. Siempre preconizó la autonomía en la práctica científica respecto a las creencias religiosas y los atavismos, lo que le proporcionó algún disgusto. No obstante, su obra capital es el Examen marítimo (Madrid, 1771) cuya gloria apenas llegó a columbrar: cuando falleció la mayor parte de los ejemplares aún no se habían vendido. Este libro fue traducido a varias lenguas y distribuido en Europa.

Jorge Juan fue miembro de las academias de ciencias de Londres y Berlín, y socio correspondiente de la de París por méritos propios. En 1755 fundó en Cádiz la Asamblea Amistosa Literaria, un foro de discusión y tertulia donde se trataban cuestiones científicas y técnicas. Aunque era su intención convertirla en sociedad científica al modo de las de otros países europeos, y se llegó a redactar un reglamento, el intento no fraguó. La caída en desgracia del marqués de la Ensenada también coadyuvó al fracaso. La primera sociedad científica española se crearía muchos años después, en 1847, la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid.

Lucha en solitario

Falto de un marco institucional y sin el necesario respaldo, Jorge Juan tuvo que luchar en solitario por hacer valer sus novedosas iniciativas. Fue uno de los científicos más importantes de la Europa del siglo XVIII y asombra pensar adónde podría haber llegado con los vientos más a su favor. Cuando murió en Madrid, en 1773, su biblioteca contenía cuatrocientos volúmenes, la mayoría en francés, inglés y latín.

Como es natural, las celebraciones en su memoria se han centrado en Alicante, en cuya Universidad, en octubre, se celebró un congreso científico. No obstante, la mayor parte de los actos y exposiciones los ha organizado la Asamblea Amistosa Literaria, sociedad creada hace treinta años para honrar su memoria, a través del capítulo de Novelda, que empezó a organizar el III Centenario en el 2010.

Ha habido conferencias y exposiciones en La Romana y Novelda de obras originales de Jorge Juan, libros y revistas, fotos, carteles y objetos. Hay que destacar las imaginativas exposiciones en el mercado de Novelda. El ayuntamiento de Monforte del Cid también le ha dedicado conferencias y exposiciones. Además, los compañeros de la Asamblea Amistosa Literaria de Novelda, a la que me honro pertenecer, organizan, con periodicidad bianual las Jornadas de la Ilustración, en esta ocasión las V Jornadas. Cádiz, El Ferrol y otras ciudades han contribuido también a dar a conocer su vida y su obra. En Valencia, la Sociedad Económica de Amigos del País le hizo un homenaje que incluía la proyección de un corto producido por la Universitat.

Pero ¿qué ha hecho la Conselleria de Cultura por Jorge Juan? Ha producido cinco conciertos de música del siglo XVIII y un premio de teatro, una aportación paupérrima. Entendemos que no ha estado a la altura y que ha desaprovechado una ocasión de oro. No hacía falta grandes dispendios, sólo rigor y eficiencia: hacer un trabajo de base. En cuanto al Muvim, persevera en su política populista de exposiciones, cuando en sus salas permanentes deberían figurar, por derecho propio, los tres mayores ilustrados valencianos: Gregorio Mayans, Jorge Juan y Antonio José Cavanilles, para que visitantes, colegios e institutos empiecen a conocerlo. Fuera de los círculos académicos y eruditos, Jorge Juan sigue siendo un ilustre desconocido, un personaje que, cuanto más se investiga, más grandeza adquiere.