La reforma del Estatut d'Autonomia promovida por Francisco Camps en 2006 convirtió el Monasterio de Santa María de la Valldigna en "símbolo de la grandeza del pueblo valenciano". Ese mismo año, dentro de ese espíritu, se anunció la recuperación de dos cuadros "colosales" de Juan Conchillos (1641- 1711) para este templo "histórico y cultural del antiguo Reino de Valencia", para el que los creó a principios del siglo XVIII. Más de siete años después, las pinturas continúan enrolladas, como lo están desde la desamortización de los bienes del cenobio en el siglo XIX, y el proyecto duerme el sueño de los justos.

No se trata de unas obras cualesquiera, sino de unas de las de mayor tamaño que existen en territorio valenciano, y este es precisamente su "problema", explica el arquitecto conservador del monasterio, Salvador Vila.

Cada pintura mide cerca de 50 metros cuadrados (5,5 metros de altura por 8,5 de longitud) y está compuesta por dos piezas. Estaban situadas a los dos lados de la nave de la iglesia del monasterio, una frente a otra, y cubrían buena parte de los dos muros. "Aún permanece la huella en las paredes", comenta Vila a Levante-EMV.

Al anunciarse su recuperación, el trabajo se encargó al Instituto de Restauración (Ivacor), hoy integrado en CulturArts, pero quedó claro muy pronto que la tarea no podía llevarse a cabo en los talleres de esta entidad, dado que no cuenta con mesas tan grandes para obras del tamaño de las del barroco valenciano Conchillos.

Se planteó entonces la posibilidad de ejecutar la rehabilitación en el mismo monasterio, con las pinturas colgadas de las paredes, pero el arquitecto rechazó esta opción para salvaguardar los cuadros, ya que las condiciones no eran las idóneas, debido a la elevada humedad en el interior.

Así, por cuestiones de "infraestructuras", el proyecto ha quedado sin ejecutar y, casi ocho años después, con una coyuntura económica muy diferente a la de entonces, se antoja más que difícil poder reactivarlo.

El sueño aún estaba vivo en 2008 y la entonces consellera de Cultura, Trinidad Miró, confiaba en sacarlo adelante, pero a partir de entonces se ha ido marchitando hasta quedar en el cajón.

Las pinturas llevan décadas enrolladas en el Museo de Bellas Artes San Pío V, en concreto, en la sala alta del edificio claustral, conocida como coloseo. Esta zona está incluida en la última fase de rehabilitación del edificio, recién iniciada, ya que debe convertirse en la nueva biblioteca del centro de arte. Las telas de Conchillos nunca han sido expuestas desde su entrada en la pinacoteca y no existen fotografías de calidad de toda su extensión.

El director del museo en 2006, Fernando Benito, tramitó la autorización del Ministerio de Cultura -titular del recinto- para la restauración de los dos monumentales cuadros con vistas a su posterior traslado a la Valldigna, el lugar para el que fueron creados, donde permanecerían en depósito. Ciencia ficción casi, visto con los ojos de 2014.

Para hacerse una idea del coste: la pinacoteca pidió un presupuesto hace más de una década para la rehabilitación de estas pinturas y ascendía a 120.000 euros de entonces.