Lorenzo (Martínez) Palomo, nacido en Pozoblanco el año 1938, durante los años setenta dirigió a la entonces Orquesta Municipal en un período clave de la larga transición de esta formación a la estabilidad que entre 1983 y 1997 supuso la titularidad de Manuel Galduf. Su trabajo como compositor lo hemos conocido principalmente de la mano de otros dos directores luego estrechamente vinculados a la formación: Rafael Frühbeck de Burgos, su actual director asociado, y Miguel Ángel Gómez Martínez, sucesor de Galduf hasta 2005. Y ha sido Gómez quien ha traído los Nocturnos de Andalucía con su dedicatario, Pepe Romero, que en 1996 los estrenara en Berlín con Frühbeck sobre el podio.

Las seis partes que componen esta obra de más de cuarenta minutos de duración mantienen coherencia armónica y unidad estilística pese a la variedad temática y de tono expresivo. La escritura es primorosa por cuanto las intervenciones de la guitarra y de la orquesta se suceden sin que dé nunca la sensación de alternancia forzada. En sí mismas y por la oportunidad con que se insertan, resultan particularmente atractivas las cadencias del solista en las que como en todo lo demás Pepe Romero deslumbró con una asombrosa exhibición técnica sin artificio y musicalidad sin afectación y los múltiples pasajes que se incluyen para el lucimiento de primeros atriles y grupos de instrumentistas. El Nocturno de Córdoba destacó por la ponderación con que, tras el fresco soplo de Ráfaga, está construido su arco climático.

Ocupó la segunda parte una notable versión de la Sinfonía de Franck, que no fue mejor porque en tramos como la segunda sección del desarrollo del primer movimiento hubo más histeria que pasión y en el segundo al primer solo de trompa le faltó refinamiento. Por lo demás, la alta tensión de la introducción, de tempo no simplemente duplicado (como tantas veces sucede) en el subsiguiente allegro, el misterio que tuvo el episodio central del allegretto o la fuerza sin desmadre del final justificaron la cálida acogida dispensada por el público.