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La primavera la escucha altera

No quiero alarmar, pero Valencia está que se sale. Y no se trata de algo aislado y viudo a punto de desparramarse, o que haya dado sin saber dónde la campanada. No. Lo que anda que no para es todo lo que concierne y bordea las músicas de reflexión, situación, experimentación, que hemos dado en llamar arte sonoro.

Hace unas pocas semanas fue el festival Nits, el que atacó presentando unos talleres de hackerísmo sónico e incluso propinándonos una Falla Pirofónica, que cual Caballo de Troya mostraba una panza toda ella preñada de artilugios sónicos. Incluso recibió un premio a la investigación y todo. Poco después fue la SGAE la que se descolgó abriendo un ciclo de documentales sobre músicos. Ahora es Off_Herzios con su traca final en la muy oficial Sala La Gallera, culminando así 3 meses de actividades punzantes y atrevidas, y lo hace invitándonos a todos a una fiesta del escuchar «con las manos en la cabeza, tapando y liberando nuestros oídos, frotándonos los ojos, proyectando nuestra voz, interactuando». También con una nueva serie de eventos sonoros bajo el ligetiano y optimista epígrafe de Aventuras y Nuevas Aventuras en la Sala Negra del Teatro Principal. Arrancó esta serie de nueva planta con la presentación en España de Tito Rivas, un artista e investigador de lo sónico de proyección incisiva y global.

Pero la cosa parece no acabar nunca porque hasta el mismísimo Ensems da un vuelco a su 36 edición que ya llega, incluyendo en su programación propuestas del más exigente arte sonoro, y además lo nunca visto desde aquel lejano Tramesa d'Art que en los años 80 nos propinó Bartomeu Ferrando en lugares tan cargados de sonoros semantemas como el viejo Teatro Principal.

Mires dónde mires, la inminencia de cambios de calado que se avecinan, parecen ¡ ya era hora! trastocar todos los ámbitos de nuestro anquilosado panorama artístico y musical. Y ¡ojalá que el empuje de sanación que está suponiendo dejar expedito el panorama en nuestro emblemático IVAM llegue a nuestro maltrecho mundo oficial de la música (Palaus de esto o lo otro, IVM, etc?) y ese su hermético y anticuado modo de verticalizar (dividiendo en castas los distintos estamentos sonoros, atendiendo al supuesto prestigio social) según géneros y prácticas instrumentales y estéticas. ¿Por qué la atención y el dinero oficial ha de primar de modo tan exagerado el mundo operístico mil veces por encima del mundo sinfónico o camerístico, a la vez que estos segundones reciben mimos y presupuestos que nunca alcanzarán las músicas dichas antiguas o corales?, ¿ y por qué las músicas dichas contemporáneas apenas reciben algún dinero para subsistir malamente? Y ya yendo al fondo de todas las madres: ¿quién decide qué cosa pasa con ese monumental resíduo (que por otro lado es lo más característico de nuestra supuesta valencianía) como es el plural maremágnum conformado por el hacer bandístico, el arte sonoro, el electrónico?, que han de apañarse con nada menos que con las migajas que no acaban de caer de ese opulento banquete de otros? La cosa nostra está que arde. No se pierda el final.

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