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Futuro

La encrucijada de Les Arts

Músicos, cantantes, gestores y aficionados creen que la Orquestra y el Cor no se pueden perder, pero el coliseo ha de ajustarse a la realidad- Consideran que su dirección debe alternar juventud y experiencia

La encrucijada de Les Arts

¿Y ahora qué? Eso es lo que se preguntan melómanos, músicos, artistas o críticos sobre el futuro del Palau de le Arts y de su orquesta residente. En apenas una semana, desde que el director del Festival del Mediterrani Zubin Mehta anunciara su desvinculación del coliseo valenciano, parece como si todo aquello que gira en torno al presente del complejo cultural se hubiera desmoronado y sobre él se cernieran nubarrones.

Con las arcas públicas esquilmadas, la Orquestra de la Comunitat Valenciana reducida en un tercio con respecto a la que inició la andadura allá por 2005, sin director musical y con un ajuste de plantilla y económico a la vista, el Palau de les Arts afronta su momento mas crítico. Ya no se trata de un problema coyuntural como otros sufridos anteriormente „rotura de su plataforma escénica, inundaciones o caída del trencadís„ sino que todo apunta a un cambio de ciclo, una reconstrucción que nadie alcanza a saber hasta dónde llegará.

«¿No merece Valencia una temporada lírica de primer nivel?», se pregunta Javier Monforte, presidente de la Asociación de Amigos de la Ópera de la Comunidad Valenciana, entidad con apenas dos años de vida y que ya reúne a más de 400 socios.

Para Monforte, ante todo, existe un problema de comunicación por parte de la Generalitat que no ha sabido explicar cuál es su proyecto. Y pone como ejemplo el hecho de que el Festival del Mediterrani no fuera ni siquiera presentado en sociedad. De ahí la zozobra del aficionado. Cree que en el desarrollo del proyecto del coliseo debería haber estado más implicada la sociedad valenciana pero que hoy tenemos una gran institución que no puede morir.

Monforte cuestiona el hecho de que el papel reivindicativo hacia Madrid con el que se despidió Mehta y fue su bandera durante mucho tiempo no haya sido tampoco asumido por una Administración pública que durante estos últimos meses sólo ha hablado de contención del gasto o sostenibilidad, pero no de proyecto.

«La orquesta no puede ahora desmoralizarse „añade„ y lo prioritario ha de ser mantenerla. Vale más la pena una temporada corta y de calidad que no una larga y de poco peso», defiende.

Enedina Lloris fue una de las grandes sopranos españolas durante los años ochenta y noventa. Ahora da clases de canto y también colabora con el Centro de Perfeccionamiento de Les Arts. Hoy se declara «con el corazón partido», aunque tiene claro que en estos momentos hay que racionalizar el gasto frente a las grandes producciones.

«Este teatro es un barco enorme y navegamos en un momento difícil», comenta la cantante. «Por ello hay que tender al trabajo más directo y menos al golpe de talonario. No voy a negar que la orquesta es fantástica, pero tampoco que los problemas son graves. La inversión ha de ir a la base, a la educación. Hay que admitir que hemos visto cosas maravillosas pero también que el precio ha sido muy alto. Lo prioritario es racionalizar e intentar que no baje mucho el nivel», apunta.

En eso coincide con Manuel Galduf, que recientemente dirigía Maror en el Palau de les Arts y está al frente de la Jove Orquestra de la Comunitat Valenciana, un vivero de jóvenes músicos que está dando desde hace tiempo frutos. Galduf lo resume con una metáfora. La imagen es la de «un jardín bellísimo que se cae» porque no queda dinero para avanzar.

El músico recuerda que la situación es mala para todos. Aún tiene en la memoria los tiempos en los que por el Palau de la Música pasaban todos los grandes nombres, incluidos Mehta o Maazel. «Ahora la Orquestra de Les Arts tiene sólo un 60% de su plantilla y hay que intentar salvarla. Nuestra comunidad es cuna de grandes músicos ¿por qué no optar por la excelencia contando más con ellos?», se pregunta.

Para Galduf lo prioritario sería que la Orquestra tuviera sus plazas cubiertas y no tener que recurrir a la contratación temporal de solistas. No se decanta por juventud o veteranía de un futuro director musical. Sí, por una combinación de ambos perfiles.

Ingenio y optimización

En esa dicotomía entre madurez y juventud está la propia Administración que le ha dado a la Intendente Helga Schmidt libertad a la hora de elegir al sustituto de Omer Wellber como director musical tras la negativa de Mehta. Pero eso sí, con la recomendación de que antes que fuera, en igualdad de condiciones, se mire dentro. Ella quiere hacer partícipes en la elección a los propios músicos que son quienes han de trabajar de cerca con el nuevo director y con la misma sintonía y cercanía que los cantantes del Cor lo llevan haciendo desde hace años con su director Francisco Perales.

De coros y voces sabe bastante la Catedrática de Canto del Conservatorio de Valencia, Ana Luisa Chova, que ha formado a muchas de las nuevas voces del panorama lírico español. Chova sabe que no se puede dejar morir a la orquesta y el coro, pero sobre todo, al margen de su calidad, porque «es nuestro patrimonio» y para su creación «hemos hecho un gran esfuerzo».

De hecho, el Coro como la Orquestra ha perdido algunos de sus componentes durante los últimos años, plazas que tampoco han sido cubiertas.

«Lo importante es llenar de contenido el teatro, pero no sé si se reconducirá la situación. Lo ideal sería contar con un presupuesto acorde y conservarlo contra viento y marea. Hay gente ingeniosa capaz de optimizar los presupuestos y la Orquestra ha de contar con un director musical que los músicos respeten, con capacidad y nivel de conocimiento», recomienda.

Pero el debate va mucho más allá. Después de la excelencia de estos años de boyantía, bajar un escalón sería un golpe nefasto para un coliseo que pasó de disponer de casi 39 millones en su primera temporada hasta los 19 de que dispone en la actualidad; un espacio que ha visto cómo sus patrocinadores caían en un 80% por la crisis o que el coste de mantenimiento del edificio superaba al de programación, esto es, más de tres millones frente a 2,5.

«Veo un futuro incierto», dice José Lapiedra, secretario y factótum de la Sociedad Filarmónica de Valencia, la entidad centenaria que mantuvo el pulso de la música culta cuando en Valencia no había prácticamente nada. «No es cuestión de pesimismo „matiza„ sino de ser conscientes de que Valencia no es aún comparable con Madrid o Barcelona en cuanto a burguesía, población y turismo cultural. Confundir los deseos con la realidad es una tragedia», admite.

Lapiedra recuerda lo complicada que está hoy la gestión en el mundo de la música, un sector cuyas peculiaridades son muy singulares. «El problema, quizás, es que la sociedad aún se mueve por nombres „comenta„ y lo que debemos preguntarnos es si sobreviviremos. Aún así, las crisis ponen en marcha la imaginación y las buenas gestiones».

No se queda muy lejos de él Jorge Culla, director de los Teatros del Canal, presidente de la Asociación de Festivales Españoles de Música Clásica y expresidente de la Asociación de Orquesta Sinfónicas.

Culla admite que la Orquestra de la Comunitat es una de las mejores de España, pero también, de las más caras en cuanto a salarios. Es claro a la hora de afirmar que trabajar sólo con una plantilla de 56 músicos es imposible por su tipo de convenio laboral. Y sugiere que se tire de trabajo e imaginación.

«Habría que repensar el modelo que de verdad se quiere y evitar la improvisación. Es hora de análisis fríos. Una cosa es salvar la situación de forma temporal y otra preguntar si está bien gestionada», confiesa el valenciano.

Aún así, Culla sí tiene claro que una orquesta de ese nivel, creada a imagen y semejanza de Maazel y Mehta para que estos aceptaran coger la batuta y para la que se pusieron sueldos muy altos a fin de seducir a los mejores solistas que estaban en ese momento en el mercado, necesita «alegría y trabajo diario. No es momento de directores sin experiencia», insiste.

Temporada de transición

Hay otra opción, que es la que barajaba estos días la Generalitat. Pasar una o dos temporadas invitando a directores para probar músicos y que en ese plantel se combine experiencia y juventud, pero sobre todo cierto nivel de calidad y experiencia.

Para Culla el mercado actual está lleno de ese tipo de perfil y no es necesario seguir apostando por los ceros en el talonario sino por el auténtico compromiso profesional.

«Hemos tenido la inmensa suerte de contar con dos de los mejores del mundo», recuerda Eduardo Cifre, excatedrático de Dirección de Coro y director durante décadas del Orfeón Universitario, «y ahora será muy difícil sustituirlos Hay que confiar en que lo que traigan sea bueno, pero sobre todo que tenga experiencia en la dirección de ópera, que haya estado ya en teatros, y que no se nos vayan más músicos. Aunque no optemos a ganar la liga si debemos seguir jugando en primer división», advierte.

Desde algunos sectores se ha llegado a proponer un pacto interinstitucional para salvar todo lo que se pueda. En un momento en que Les Arts apenas puede rentabilizar sus escenarios y el Palau de la Música ha tenido que redimensionar su oferta quizás no estaría de más, aunque fuera de forma circunstancial, pensar en la fusión de las dos orquestas que existen en Valencia para que puedan dar servicio sinfónico y lírico como ya han recomendado algunas voces.

Sin embargo, el director Enrique García Asensio, ve complicado ese posible acuerdo. Lúcido con la situación, García Asensio asegura que ya advirtió hace tiempo de que las condiciones económicas con las que jugaba el Palau de les Arts eran peligrosas. «Con mucho dinero cualquiera hace lo mejor y en su día no se pensó. Ahora no se puede pagar ni aquí ni en ningún lado. Se ha de mantener el nivel de la Orquestra, pero a lo mejor no a ese precio. Sería buena una transición tranquila en el podio. No hay prisas. Abrir la puerta a la gente joven o de aquí no es un problema, pero siempre que se haga acompañado de la mano de alguien con experiencia», valora el veterano director en consonancia con la soprano Ana María Sánchez y el tenor Vicente Ombuena.

Sánchez apuesta por mantener la cultura a toda costa porque «es lo que da esperanza». Pero ella introduce un interesante matiz, si no sería momento de replantearse el cambio de una «política de subvenciones por un modelo de mecenazgo sólido, serio y sostenible» que abriera la puerta al sector privado como sucede en muchos países del mundo.

«Nos hace falta una buena reflexión para averiguar dónde nos hemos equivocado y efectuar en el futuro una gestión mucho más realista. ¿Hemos sabido realmente rentabilizar lo que hemos invertido? ¿Ha sido la mejor gestión posible?», se pregunta, por contra, el tenor valenciano. «Aquí siempre estamos pendientes de los nombres, pero hay por ahí calidad muy digna sin tanto nombre ni caché, aunque para encontrarla hay que salir a buscarla», concluye.

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