Francisco Valero-Terribas era uno de los tres directores elegidos por Lorin Maazel como residentes en el Festival de Castleton (EE UU) que el maestro estadounidense creó. Tenía que haber volado a mediados de junio, pero la enfermedad del extitular del Palau de les Arts abortó los planes. «No creía que iba a ser tan rápido», afirmaba ayer a Levante-MV el director de Silla sobre la muerte el pasado domingo de Maazel.

Es una lástima la oportunidad perdida, pero el joven músico valenciano se queda con la conversación de más de tres horas que mantuvo con él en febrero pasado en Roma previa a su selección. Después, el contacto fue por correo electrónico. «Estaba muy bien, muy vital, había estudiado vídeos míos y mi documentación al detalle», recuerda. Maazel, continúa, le reprochó el «egoísmo» por no componer, por lo que supone de descubrir otras partes del yo. Y le expresó su preocupación por el público de la música clásica dentro de 50 años, con la industria agotada. Para ese fin quería Castleton.