Ya estamos en fechas de que hierva el asfalto, ya en pleno verano y bajo el sol del mediodía, en el Carrer Major de Riba-roja de Túria. Pero en el interior del número 69 (casualidades de la vida), donde se ubica el Forn Celedonio Estivalis, lo que hierve es la sangre. Nadie se imaginará que ahí dentro, entre lujuriosos aromas de panquemaos, coques, pastissos y arrossos recién horneados, campan sin recato algunas coloridas tentaciones en forma de rasos, de plumas, de encajes y tocados, y hasta de los roces de la piel desnuda de Las Reinas Magas, la compañía que ha instalado en tan extraño lugar su loco cuartel general antes de representar un espectáculo de varietés que más de uno considerará titulado a la tremenda..., pero no.

Chao Chochín ya pudo verse brevemente en Valencia, primero en el festival Russafa Escènica y luego en La Rambleta, pero ahora el show se instala con toda su parafernalia de música, canciones, humor, picardía, nostalgia y hasta protesta en el Teatre Talia, desde el pasado 16 de julio y hasta el próximo 27 del mismo mes. María José Peris, artistaza de Xàtiva, alma máter de Las Reinas Magas, creadora y directora del montaje, nos cuenta por encima el leitmotiv, o sea, de qué va. «Chao Chochín „nos dice„ es un guiño al Teatro Chino de Manolita Chen [teatro ambulante creado en los años cincuenta y que combinaba el circo, la revista y las variedades], al tiempo que un homenaje a mis padres. Porque mi padre, como el cantautor Raimon (vivían en la misma calle), venía en moto a los espectáculos de revista de Valencia para ver un poco de pechuga... Por aquel entonces, mi madre „prosigue Peris„ trabajaba de sirvienta en la avenida del Oeste, y ambos se conocieron como espectadores en el Teatro Apolo. Así que yo soy hija de la revista», concluye.

De modo y manera que, resumiendo mucho, Chao Chochín (el título, aún no lo habíamos explicado, es un juego sonoro que con esas ches del Teatro Chino de Manolita Chen) busca recuperar un poco esa cosa naíf, ingenua, blanca incluso, que, como la revista y las varietés de antaño, le permitirá al público pasar un rato divertido, sin preocupaciones y, por qué no, esperando que alguien, involuntariamente, enseñe algo de más sobre el escenario...

Disfraces, juego, escenografía, música y canciones, humor, emoción, vestuario... Y mucho, muchísimo artisteo. Porque Chao Chochín, que nadie se engañe, es un show levantado desde la tradicional sencillez de las varietés españolas y valencianas, pero con talento a espuertas. Ahí van los nombres que faltan para demostrarlo: Carlos Montesinos, en la escenografía; el maestro Arcadi Valiente, en las cuestiones musicales; Miguel Carbonell, ideando y confeccionando el vestuario. Y un grupo de actores todoterreno y músicos valencianos como lo son Ana Conca (también productora de Las Reinas Magas), Eugeni Alemany, Silvia Rico, Marta Chiner, Felipe Cruz/Manolo Maestro y Rosa Sánchez.

Arcadi Valiente, que no nació en Xàtiva, como María José Peris, sino en Villena „«Fui un niño prodigio, pero ahora sólo soy un prodigio, claro...»„, nos desvela algo sobre la música del Chao Chochín: «Un poco de todo, porque el espectáculo es de varietés, es decir, que juega con la variedad. Por eso hay desde canción francesa, hasta pura revista, pasando por arias de ópera tan conocidas y divertidas com el Duetto buffo di due gatti, de Rossini».

Carlos Montesinos (escenógrafo, arquitecto, pintor) también habla de lo suyo en Chao Chochín: «Lógicamente, he hecho una escenografía adaptada a las varietés, sencilla, en este caso basada en cortinas pintadas a mano. Y, muy importante, hay un telón de fondo de papel, un original de los que había en el desaparecido Teatro Ruzafa. Es una joyita que nos ha facilitado Juanjo Díaz y hemos rehabilitado. Lo dicho: es una escenografía muy sencilla, incluso diría que un poco kistch, como en definitiva lo es el espectáculo».

Un montaje sencillo y en el que todo está hecho a mano, muy currao, reciclando, custominzando dicen algunos ahora..., como se hizo toda la vida. Incluso el vestuario, obra y gracia de Miguel Carbonell, reputado modisto de larga y fecunda trayectoria artística (L´Alqueria Blanca y otras series televisivas, trabajos con Carles Santos, con Dario Fo, cine...). Carbonell define contundentemente su aportación y, con ella, el espectáculo: «Un desenfreno de creatividad nacida de la pobreza». La misma pobreza que ahora padecen los abandonados artistas valencianos, y que también se trasluce en el Chao Chochín con sus pellizcos de amarga, pero en absoluto resignada protesta.

Revista, varietés, la autenticidad de la vocación de las tablas. Todo dentro encerrado en un argumento con sorpresas y que, por lo tanto, es alto secreto. Sólo desvelaremos, gracias a Ana Conca, que además de ella, la vedette americana, en Chao Chochín también hay una española, otra francesa una más de la huerta, un presentador, una señora de la limpieza y dos pedazo de músicos.