Parece que la Compañía Nacional de Danza (CND) vuelve a tener más presencia en España.

La Compañía Nacional de Danza tenía una identidad muy marcada con Nacho Duato al tratarse de una compañía de autor. Cuando llegué, tenía mucha presencia en el extranjero y menos en España. En mi proyecto se contemplaba que viajara más por nuestro país. Y así lo hemos hecho.

¿En qué se ha centrado su trabajo desde que llegó?

Mi trabajo ha sido incorporar el vocabulario académico clásico en la compañía; es decir, integrar las zapatillas de punta. Este trabajo me ha llevado entre año y medio y dos. El 50 % del cuerpo de bailarines ha cambiado y ha modificado su manera de trabajar. Después de 23 años, es la primera vez que hacemos un programa entero con zapatillas de puntas.

¿Son españoles la mayoría de bailarines?

Hay bailarines de 14 nacionalidades distintas, algo normal porque la danza es una disciplina muy universal. Sin embargo, cada vez hay más españoles.

Usted viene del ballet clásico, de la escuela francesa para ser precisos. ¿Por qué buscó encajar ese modelo en nuestra CND?

Es curioso porque nosotros, en España, vamos al revés. Somos una compañía de danza contemporánea que regresa a la tradición, al revés que el resto de compañías europeas. Yo veía que en España había una demanda de danza clásica y que no se estaba ofreciendo desde ninguna compañía pública. Y es nuestra obligación hacerlo.

¿Cómo ve la danza en España?

Hay que seguir creando espectáculos y cosas nuevas. Las compañías pequeñas tienen muchas dificultades. Lo importante es que no se paralice la creación.

¿Hasta qué punto se debe evolucionar o innovar cuando se trabaja con el repertorio académico?

Los ballets clásicos no se bailan como cuando se crearon. Las zapatillas también han mejorado técnicamente y los cuerpos de los bailarines tienen otra preparación. Ahora uno puede encontrarse desde una Giselle contemporánea coreografiada por Mats Ek a las representaciones del repertorio clásico en las que se debe respetar la esencia de la pieza, aunque pueda cambiarse la estética. Hay que tener en cuenta que el ballet clásico tiene una técnica muy definida y los pasos son siempre los mismos. Sin embargo, está claro que para mantenerlo vivo debe haber cierta evolución porque, si se bailaran como en el XIX, nadie vendría al teatro.

El papel del hombre siempre ha sido secundario en el repertorio clásico.

Desde Béjart o Forsythe se le ha ido dando más importancia al hombre en la danza clásica. Ahora mismo hay igualdad entre hombres y mujeres. Al menos en las piezas que presentamos nosotros hoy.

¿La palabra experimentación está sobrevalorada?

Puede ser. Siempre hay tendencias y modas. La experimentación es necesaria. Lo importante es que en esa experimentación haya baile y no se derive en teatro, performance u otra cosa. Si no se baila, ya no es danza para mí.

¿Ya se ha solucionado el impago de horas extra a la Compañía?

El Inaem está estudiando la implementación de un complemento para solucionar este problema administrativo. Han sido dos meses muy complejos para los bailarines en este sentido.

¿Qué opina del masivo mileurismo de la CND?

Es un salario muy bajo. Y estamos hablando de mileurismo en la compañía más importante de España. Imagínate lo que deben cobrar en las demás. En la Ópera de París, que es lo que yo conozco, los bailarines que menos cobraban percibían 2.300 euros. Es cierto que la élite de la danza en este país es mileurista. Te aseguro que ellos se conformarían y estarían muy contentos con ganar lo mismo que sus compañeros músicos de la Orquesta y Coro Nacionales de España.

¿Va a poder completar su proyecto de dirección artística?

Me preocupa que lo que vaya a faltar en el futuro es tener más medios, tanto económicos como humanos, para hacer una gran producción clásica. Estamos preparados artísticamente para hacerla, pero dependemos de esos medios para ponerla en marcha.