Cristian Climent y Jonathan Varea realizaron lo más interesante de la última novillada de esta Feria de Julio. Cada uno con su estilo y experiencia. Climent ha evolucionado una barbaridad desde su debut con picadores y se le adivina el sello y la personalidad que se le vislumbraron en Fallas. Varea, que se presentaba ayer en esta plaza, con las lagunas lógicas de quien tan sólo lleva toreadas tres novilladas, dejó pasajes de buena factura y mejor concepto, pero le faltó estructurar más sus dos faenas. A él le correspondió el mejor novillo del encierro, un colorao con el cuello más largo que un día sin pan y que llevaba un cortijo en cada pitón. El novillero de Almassora se acopló con el utrero pero acusó su falta de oficio. Al que cerraba plaza, un novillo deslucido y complicado que estuvo a punto de cornearle, destacó por sus buenas maneras y dejó muletazos de bella factura. Fue premiado con la vuelta al ruedo.
Cristian Climent le arrancó la oreja al quinto de la tarde, otro novillo con mucho fondo. El de El Puig destacó por su valor y la estructura de concepto, en una obra que cimentó con valor y hambre de triunfo sobre el pitón izquierdo. Al primero de su lote dio sitio y muletazos templados. Firme la planta, tirando del novillo y consiguiendo algún natural de bella factura (uno, en concreto, antológico). De su cuadrilla saludaron la ovación del respetable José Manuel Montoliu y Miguel Ángel tras un buen tercio de banderillas, mientras que Alberto Martínez realizó una buena brega, con capotazos suaves y templados.
Álvaro Lorenzo demostró su oficio y firmeza en ambos novillos, pero anduvo demasiado academicista y le faltó dotar de mayor expresión a su toreo.
