El Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí deja ver solo el 12 % de sus colecciones. No tiene espacio para más. La ampliación es uno de sus objetivos desde que en 1998 finalizó la restauración del palacio del Marqués de Dos Aguas, cuerpo central del recinto artístico. Así, en 2007, el Ministerio de Cultura, propietario del espacio, pidió licencia municipal para intervenir a fondo en el llamado «edificio González Martí», el inmueble anexo recayente a la calle de San Andrés levantado entre 1961 y 1971, bajo el mandato del fundador y primer director del museo.
Pero el departamento estatal en manos del PSOE entre 2007 y 2011 topó con el muro del Ayuntamiento de Valencia, que durante siete años no ha dado su brazo a torcer, con el argumento de que todo el museo tenía protección urbanística máxima.
Hasta ahora. La comisión municipal de Urbanismo ha dado luz verde esta semana a un plan especial de protección referido al museo que desbloquea la ansiada ampliación de este. Como otros 28 proyectos, debe ser aprobado en el pleno consistorial de hoy con el apoyo del equipo que preside la alcaldesa Rita Barberá (PP).
Se cumple, por tanto, el calendario marcado por el ministro de Cultura, José Ignacio Wert. Como publicó Levante-EMV el pasado mes de marzo, la intención del departamento estatal era solucionar la cuestión urbanístico a lo largo de este año.
Fue el propio director del museo, Jaume Coll, el que, al presentar en febrero la inclusión de 150 nuevas en la exposición permanente, avanzó que los planes de ampliación se habían reactivado después de que varios técnicos de la Gerencia de Infraestructuras del ministerio hubieron visitado el centro para trabajar sobre ello.
La propuesta planteada en junio pasado por este órgano ha sido aceptada casi en su totalidad. La intervención aprobada por la comisión supone autorizar el derribo y reedificación del llamado inmueble «González Martí», salvo la fachada y el torreón que se «mimetizó» con el palacio, que hay que conservar. Sobre este último elemento, precisa la resolución administrativa que si no fuera posible técnicamente mantenerlo «deberá reponerse en condiciones constructivas y materiales semejantes a los torreones históricos». Por lo demás, el ayuntamiento permite el «vaciado» del edificio, proyectado por el arquitecto Alfonso de Fungairiño y realizado entre 1961 y 1971. Urbanismo se escuda en la resolución de la dirección general de Bienes Culturales del ministerio, «que acredita la inexistencia de valores patrimoniales en el edificio»
Las únicas salvedades que realiza es calificar la protección de esta construcción de ambiental y no de parcial, como solicitaba el ministerio, y prohibir la creación de vuelos en la fachada que da a la calle de San Andrés.
El museo quiere trasladar servicios auxiliares y habilitar un almacén visitable en el nuevo edificio para ganar metros de exposición en el palacio.
