Cuando las campanas de la Basílica de San Jaime hicieron sonar las cinco y media de la tarde, comenzó una nueva edición de la tradicional feria de novilladas de Algemesí. Un ciclo que a pesar de la crisis mantiene su número de festejos y la calidad de sus carteles.

En estos tiempos que corren, programar nueve novilladas y que luego se celebren a plaza llena es algo tan extraño como ejemplar. La Comisión Taurina de la ciudad tira para adelante con decisión. Al ambiente también ayuda un torero local como Jorge Expósito, quién está actuando con mucha frecuencia a lo largo de esta temporada.

El festejo inaugural se celebró con la tradicional algarabía en los tendidos, colmados con las peñas que conforman el singular palenque algemesinense y que lo dotan de un colorido especial. El encierro de Baltasar Ibán estuvo muy bien presentado. Luego su juego resultó. Noble y manejable el primero, excelente por su calidad y fijeza el segundo, sirvió aunque se apagó pronto el burraco tercero, muy castigado en varas y el castaño cuarto fue remiso y le costó.

El alicantino Borja Álvarez anduvo con facilidad y sitio en dos trabajos, eso sí, de tan largo metraje como escaso mensaje.

Por su parte el castellonense Vicente Soler se mostró un torero enterado y con oficio. Variado y espectacular en los tres tercios y sobrado de recursos. Mató feamente.