Su voz de contratenor lleva años conmoviendo en los auditorios de todo el mundo. ¿Se siente un artista distinto por esa peculiaridad en estos tiempos?

Algo sí. Al inicio de mi carrera era un chico bastante tímido pero es verdad que fue descubrir este tipo de voz aguda y desear trabajarla. Los dos primeros años estaba siempre preguntado a la gente si mi voz sonaba o no natural. Pero es cierto que escoger este tipo de voz ha cambiado mi vida y mi manera de ser.

¿En qué sentido?

Que un hombre cante como una mujer tiene algo de locura, algo que se puede explicar con el trabajo y la técnica, pero también es una forma de cargar sobre mi personalidad imaginar que otros crean que lo hago por extravagancia.

No es muy normal un contratenor tan joven y menos sin estar castrado como en la época. También es una voz que no todos los cantantes eligen.

Naturalmente hoy sí. Pero para mí siempre ha sido muy fácil. Sobre un escenario nunca he sentido miedo, aunque sí he notado que el espectador me miraba de otra manera.

¿Qué cree que le ha dado al público francés y español para que lo mimen tanto?

Quizás en mi caso no sólo sea la voz sino también una presencia y una forma de ofrecer la música. No quiero ser normal sobre el escenario, aunque fuera de él lo sea. El escenario es un ruedo mágico donde se enciende la luz y uno se transforma. En la vida soy yo y en el escenario más que yo. He de admitir que me resulta mucho más fácil cantar para dos mil personas que para mi familia.

Pertenece a una generación que ha de tomar el relevo de los grandes mitos de la lírica. ¿Hay que desacralizar la música?

No se trata de desacralizarla pero sí estamos en una época muy diferente. No son los tiempos de María Callas y nosotros queremos vivir nuestro propio tiempo. Soy una persona bastante moderna y al mismo tiempo consciente de que muchas cosas han cambiado. Una persona como María Callas tenía una responsabilidad económica muy grande. Hoy sabemos que el mercado del disco es difícil. Ya no se puede hablar de divas y ha cambiado mucho la manera de ofrecer las puestas en escena. Hoy todo es más moderno, los directores de escena son mucho más exigentes con los cantantes. Ya no sólo se necesita cantar en escena.

Ese parece ser hoy el gran debate entre los cantantes. ¿Hay que innovar tanto para actualizar repertorio?

¿Si ayuda a entender la obra por qué no? He participado en puestas en escena muy tradicionales que no me han aportado nada y he trabajado con directores muy atrevidos que me han permitido descubrir de otra manera la psicología del personaje.

¿Cómo es un divo joven?

Una persona que trabaja su voz como en el pasado y alguien muy normal que está al tanto de los medios de comunicación, de su propia página de Facebook o de estar en contacto con sus seguidores a través de las redes sociales.

A usted, como a Lang Lang, le gustan mucho las nuevas tecnologías cuando muchos cantantes aún rechazan que sus vídeos aparezcan en YouTube.

No entendería mi carrera sin las nuevas tecnologías o internet. Uno de mis primeros vídeos en YouTube fue un éxito terrible. La tecnología permite que te vean en todo el mundo. He ido por primera vez a países muy lejanos donde he tenido la sensación de que me conocían muy bien. Eso lo han logrado las nuevas tecnologías. Estoy seguro de que no hubiera tenido una carrera internacional tan rápida sin internet.

¿El éxito tan joven tiene 36 años y con 21 ya era una revelación no le ha impedido vivir muchos aspectos de una vida normal?

Yo elegí esta carrera. El problema es que el éxito puede convertirse en una droga. Por eso hace dos años tomé la decisión de coger un año sabático y dejé de cantar. No quiero ser esclavo de mi voz. Es algo que no puedo imaginar. Siempre hablo de mi voz como la voz. Matar la voz un par de días a veces viene bien para volver a la normalidad, aunque luego necesite tiempo para recuperarla. Para mí es una ceremonia dejarla de lado.

¿Y qué hace cuando mata la voz?

Pues salgo con amigos, voy a sitios donde habitualmente no puedo ir, fumo algún cigarrillo... Lo que hace una persona normal.

¿Y cuando resucita la voz que sensación tiene de su trabajo, de lo que le aporta personalmente?

Es una sensación compleja. Por un lado, esta profesión te permite conocer a mucha gente, aunque a veces sea de una manera bastante artificial porque la gente te ve como cantante antes de hacerlo como persona. Sé que tengo privilegios pero voy con cuidado porque también sé que el éxito puede llevarte a cambiar las relaciones con los otros. Cuando tomé el año sabático lo hice para poder conocer gente sin que supieran lo que yo hacía ni quién era.

Pero el mundo de la música va muy rápido y el que se sale de la fila igual le cuesta volver a coger número.

Sí, vivimos una nueva manera de consumir a los artistas. Ese fenómeno se da en la telerrealidad donde en un año se consume a un cantante. Y en la música clásica puede ser también un peligro a causa del marketing. En este mundo hay mucha competencia y mucho artista valioso que no tiene la oportunidad de llegar. Este trabajo también es de mucha presión y muy exigente y un artista no puede estar mal en dos recitales seguidos.

¿Cantar como un castrati sin tener en realidad esa voz tiene una mayor exigencia física o es todo técnica?

Si y no. Es una capacidad natural que hay que trabajar. Hay mucha gente que cree que es una voz más frágil, pero no es así. También depende del tipo de repertorio que escojas o la técnica que tengas. Es cierto que con esta voz sabes que no puedes cantar muchos años. Yo estoy en el ecuador. Por eso pienso a menudo en el futuro para saber hacia dónde debo dirigir mi carrera dentro de diez años.

¿Y qué ha pensado?

Me gustaría dirigir a otros cantantes. Tengo mi propio grupo. Lo formé porque tengo una tesitura que otros cantantes no tienen y he tenido que buscar la música que se ajustara a mi voz.

¿Qué encuentra un artista cuando se especializa en la música barroca?

Descubrí la música barroca cantándola y no al contrario. Tiene sensualidad, exige un virtuosismo enorme, es muy exigente y un reto para cualquier cantante. Es una excitación enfrentare a sus grandes arias.

En España parece que hay aún cierto respeto por el Barroco.

Lo que sucede con la música barroca es que ahora las orquestas lo suelen tocar de una manera más viva que antes. Eso ayuda porque escuchar grabaciones de hace treinta años puede resultar algo pesado. Ahora es mucho más evidente la potencia de la música barroca. Lo que me encanta es que algunos genios como Haendel o Monteverdi no se pueden cantar siempre igual porque cada aria suya es algo muy especial. Cuando tengo un éxito grande después de un concierto con arias de Haendel o Vivaldi siempre me siento un poco impostor ya que he hecho mío lo que escribieron y el éxito debería ser de ellos que fueron quienes dieron vida a la música.

Dicen que es muy autoexigente y que nunca se da por satisfecho.

Mucho. Lo más importante cuando canto es poder transmitir esta música al público y no hacer una demostración de la capacidad de mi voz. En un concierto mi voz no es lo importante sino que lo es la música. Sobre el escenario un artista defiende la música y su genialidad, lo que el autor quiere manifestar. El juego sagrado es demostrar que vale la pena escuchar esta música. Tengo mi ego, naturalmente, pero me siento más contento cuando después de un concierto alguien viene y me dice que ha disfrutado descubriendo esta u otra aria.

Acaba de editar un disco con música sacra de Vivaldi. ¿El veneciano es su principio y fin?

Es el compositor que me ha dado más suerte en mi vida. Existe una química entre su música y yo. Los primeros éxitos de mi carrera fueron gracias a él y cuando dejo de cantar Vivaldi, para no repetirme, la gente me pide que lo siga cantando.

¿Por qué es tan selectivo y raciona tanto sus óperas escénicas, recitales, conciertos..?

Mi manera de crecer es trabajando la voz. He de cuidarla. Siempre intento mejorar porque es fundamental para un cantante. El cuerpo cambia y con él la voz. Es muy importante proyectar mi voz en el futuro e imaginar que puedo cantar mejor. El día que no sea así no seguiré. Cantar es una manera de poder mirar en mi interior. Cuando empiezas a tener cierto éxito muchos creen que eres esclavo de tu discográfica, pero para mí ha sido lo contrario. El éxito me ha permitido grabar después lo que he querido y además arriesgar.