La reunión pintaba tensa. Como así fue. Tensa desde el punto de vista dialéctico. Pero la consellera de Cultura, María José Català, entró el jueves con la idea de salir del Consejo Rector del IVAM con un acuerdo unánime que contentara a todos, no dejara a ninguno de los actores fuera de juego y, al mismo tiempo, sirviera para apaciguar la situación producida en torno al futuro del legado de Miquel Navarro en el museo. Y se consiguió. Tenía que salir fumata blanca costara lo que costara. De otra forma el museo habría salido tocado políticamente al igual que su director, con apenas dos meses en el cargo.

De ahí las cuatro horas que duró el encuentro, el deseo de recuperar la relación y la confianza y de que el artista estuviera, al final, contento.

Català entraba en la reunión además, con un mensaje claro del escultor: él no lo iba a poner difícil, pero tampoco iba a ceder en todos los aspectos. Eso abrió una primera puerta desde la que empezar a negociar.

A un lado, Esther Alba profesora de Historia del Arte de la Universitat de València y miembro de libre designación. Más cercana a las tesis del nuevo director del museo, José Miguel G. Cortes, pero no tan drásticas como las que este planteaba; de otro José María Lozano, hombre de confianza de la anterior directora del museo y de postura inicial más taxativa y radical, pegada al pasado. En el centro el resto de miembros del órgano posicionados en los términos jurídicos del acuerdo de donación y algo confusos con la situación.

Pero se trataba de alcanzar un acuerdo. Y se logró a base de reconducir las intervenciones. Algo que se logró invistiendo de autoridad al propio director del centro „acabó siendo nombrado comisionado para negociar con el artista„ y reconociéndole su autonomía para la programación y decisiones en la gestión del museo.

«El único punto era conseguir que las dos partes se reconocieran en su sitio», manifestaban a este diario fuentes consultadas asegurando que los argumentos de Cortés no estaban en no ceder sino en que, al menos, fueron atendidas sus razones y reconociendo su predisposición a negociar pero partiendo de la base de que su programa expositivo estaba aprobado y la galería 1 en la que se muestra la colección del artista era necesaria para su proyecto y, por tanto, los fondos debían de moverse.

Fue la mano de Català la que consiguió que las dos partes terminaran reconociéndose y se alcanzara un acuerdo intermedio, ni por encima de uno ni de otro. Pero eso sí, en ningún momento Cortés planteó ni se planteó su dimisión.

De hecho, según algunas fuentes, el primer acercamiento entre Navarro y Cortés se habría producido ayer mismo y en breve podría efectuarse el primero de los dos contactos personales previstos.

De la situación sale sin duda reforzado Cortés, pero sobre todo el IVAM. Al mismo tiempo, el consejo afianza la validez de la opción de convocatoria pública organizada para ocupar la dirección de los museos valencianos.