El director chileno Patricio Guzmán impactó ayer en la Berlinale con su cine denuncia, del genocidio colonial al pinochetista, compartiendo jornada con un Terrence Malick que decepcionó con Knight of cups, un filme que en ausencia del cineasta defendieron sus actores, Christian Bale y Natalie Portman.

Guzmán, fiel a su estilo, presentó en el festival El botón de nácar, un documental que sigue los pasos de Nostalgia de la luz y que arranca del desierto de Atacama, para desembocar en el inmenso archipiélago chileno que es el sur del país y la historia de masacres continuadas de la isla de Dawson.

Malick, Oso de Oro en la Berlinale 1999 con The Thin Red Line y Palma de Oro en Cannes en 2011 con El árbol de la vida, decepcionó en cambio con su nueva incursión en el cine de cámara basculante.

Su protagonista es un Bale que deambula entre fiestas junto a piscinas californianas de lujo o pequeñas orgías privadas, todo muy hollywoodiense, entre seres vacíos, más o menos ricos y famosos.

«Es un ser vacío como lo es todo su entorno», explicó el actor, tratando de suplir la ausencia de Malick que, haciendo honor a su reputación de escurridizo, no asistió a la presentación del filme.

En ese entorno de fiestas se verá a un Antonio Banderas haciendo el ganso, mientras Bale trata de hilar un discurso filosófico sobre el sentido de la vida.

El resultado es un filme pretencioso y finalmente casi tan vacío como sus personajes, sean lindas chicas piscineras o la médica que trabaja entre mendigos y desahuciados que interpreta Cate Blanchett.