«No es para tanto, un simple madrugón», dice sobre su esfuerzo para estar en Valencia. Es el hombre del momento en el cine español y su teléfono no para de parpadear durante la entrevista. Él lo mira y lo guarda sin dejar de hablar de un cine que los partidos políticos han convertido en «arma arrojadiza», lamenta.
¿Le sobran los elogios días después de arrasar en los Goya?
Eso no sobra nunca. Lo que siento estos días es la alegría de la gente porque han premiado una película que les ha gustado.
¿Sabía al rodar que tenía entre manos una gran película?
No se sabe nunca. Mi criterio es hacer la que a mí me gustaría ver en el cine, pero no tienes ni idea de lo que va a pasar luego con ella. He hecho algunas que no ha visto nadie y otras, mucha gente, con lo cual nunca sabes cómo acertar.
¿La transición es un periodo poco aprovechado por el cine?
No creo. Hay bastantes películas que la tratan. Me parece que el interés del espectador está en la revisión de nuestra historia reciente, y ahí entra La isla mínima.
Y la siguiente, porque su próximo proyecto gira en torno a Luis Roldán y el espía Paesa. ¿Dónde va a poner el foco?
Creo que hay una historia fantástica de un mal que parece que se nos ha quedado como un vicio. Abres los periódicos y todos los días ves un caso parecido. Lamentablemente, lo más interesante es poner el foco sobre un problema como la corrupción.
Prefiere no mirar la política de frente, sino abordarla por resquicios que dejan los personajes, como los dos policías en «La isla mínima»?
Lo bonito de la película „al menos, es lo que intentamos„ es que juega a dos niveles: el evidente, que es la historia de suspense, quién lo hizo, y el río subterráneo de la transición y el año 1980. Eso contiene una metáfora política y, cuando hablas de las cosas a través de una metáfora, calan más. Por eso me gusta abordarlo así y no de manera directa.
¿Cambiaría los diez goyas por la taquilla de «Ocho apellidos vascos»?
¡Claro! [Ríe]? Bueno, no lo sé, la verdad, porque La isla mínima ha ido muy bien en taquilla y hemos tenido las dos cosas.
¿Y siente miedo después de un éxito así?
Miedo, no. Me sube el nivel de exigencia, pero yo de por sí ya me fustigo bastante, así que mucho no puedo subir el listón tampoco.
Ya conoce la afición española a derrocar ídolos?
Con eso hay que vivir, pero no creo que sea un ídolo. Tengo la sensación de que esta película ha ido bien y de que estoy aprendiendo, que estoy en el camino de hacer buenas películas en algún momento.
¿Esta no es buena?
Esta no está mal, pero es muy difícil ser objetivo después de haberla visto 80 veces.
¿Está en la lista negra del ministro Montoro?
¡No tengo ni idea!
¿No le ha caído ninguna inspección fiscal ni nada parecido?
Encontrarán poco. Vivo en un apartamento de 80 metros con dos niños. Hay poco que arrancar.
¿Por qué el cine español tiende a llevarse mal con la derecha?
Eso es algo que debemos cortar ya. No creo que el cine español se lleve mal con la derecha. Es la derecha la que se lleva mal con el cine español, pero tampoco la supuesta izquierda ha hecho nada por nosotros. Así que el cine y la cultura se han convertido en un arma arrojadiza que se van tirando, pero nadie da soluciones. Lo que hace falta de una vez es un pacto para que la cultura sea cuestión de Estado.
¿Existe un cine andaluz?
Quizás ahora hay una generación interesante de profesionales, pero de ahí a un género cerrado creo que no. Sí creo que hay interés de los andaluces por revisar sus propios mitos y representaciones, que muchas están desencaminadas y se basan en tópicos.
¿Los datos de 2014 serán una isla mínima en el cine español?
Yo creo que viene un año muy bueno, con Amenábar, Fernando León, Coixet? Y espero que se refleje en la taquilla.
¿Realmente la relación con el público ha cambiado?
Creo que nos han devuelto parte de su confianza y espero que lo que hagamos sea aumentarla.
