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Entrevista | Mariella Devia

"No cantaré ya nuevos papeles"

La dama italiana del «bel canto» pisa por primera vez el escenario del Palau de les Arts con la ópera «Norma», de Bellini

"No cantaré ya nuevos papeles"

Son las 11 de la mañana. Mariella Devia „menuda, con tejanos y levemente maquillada (sabe que no habrá sesión de fotos durante la entrevista)„ entra en el Palau de les Arts sin que quienes aguardan en la zona de acceso reparen en ella. Y hay motivos. La Devia es una de las damas del bel canto, una de las sopranos citadas sin falta en cualquier síntesis enciclopédica de la lírica. El camerino está impoluto, sometido a un orden escrupuloso. A espaldas de la cantante cuelgan los trajes del papel que la ha traído por primera vez al teatro de ópera valenciano. Norma.

¿Es verdad que cantar las tres Brunildas de Wagner en una sola tarde es menos exigente que una Norma?

Pues no lo sé [ríe], porque no he cantado nunca Wagner, pero Norma es uno de los papeles más difíciles que hay. Un personaje muy grande y complejo, con muchos matices psicológicos. No es igual que Wagner, pero la línea melódica de Bellini es muy complicada.

Y para empezar «Casta diva», quizá el aria de soprano más conocida. ¿Determina ese momento toda la representación?

Es más difícil porque está al principio, sí, siempre lo es cuando sucede así, pero no creo que determine toda una ópera, porque es un papel muy largo. Es de esas arias que todo el mundo conoce y a cada uno le gusta que sea cantada de una manera particular, como conoce.

¿Qué hay que tener y hacer para bordar «Casta diva»?

Hace falta una gran concentración y también, en ese momento de estrés al empezar en el escenario, encontrar una gran paz interior.

¿Cuánto le debe el «bel canto» a Maria Callas?

Digamos que ha contribuido al redescubrimiento de este tipo de canto después de un periodo largo de verismo y ha ayudado mucho a la recuperación de Bellini y otros autores.

¿Por qué recomendaría a un aficionado primerizo un título de «bel canto» antes que uno de Wagner?

Porque se dice que Wagner tenía envidia y le gustaba mucho lo que hacía Bellini, sobre todo por la simplicidad, entre comillas, de sus composiciones, que van directas al corazón. Al final, al público le es más fácil recordar una melodía de Bellini que de Wagner.

¿El peligro de la ópera es morir de elitismo, quedarse en una torre de marfil solo para unos pocos?

No creo, en Italia en el Ochocientos la ópera era una expresión popular. El teatro era entonces la ópera, a la que iba todo el mundo. Es una cuestión de educación musical, ahora en Italia se estudia poco la música y los niños van poco al teatro.

¿Es un fenómeno entonces actual, del siglo XXI?

Es que no hay dinero. Y eso es universal.

Cantó Norma por primera vez en Bolonia en la temporada 2012-2013. ¿Qué le ha enseñado este personaje?

¡Uf! Lo he cantado cuando ya tenía una carrera larga a mis espaldas. He esperado porque me parecía un papel difícil y creo que fue una decisión correcta. Me ha enseñado a profundizar en el personaje, como todos los papeles, y he cantado de todo, Bellini, Donizzetti, Verdi, Mozart? Sobre todo me ha enseñado a respetar esta ópera, porque cada frase en ella es perfecta. Eso es, respetar la perfección.

Ha trabajado con los grandes directores de orquesta. ¿Qué ha encontrado en Gustavo Gimeno?

Es joven, tiene una gran potencialidad, con una línea muy interesante. Me parece una persona que estudia y profundiza, y esta será una buena producción para él, porque creo que tiene experiencia sobre todo en el sinfónico.

¿Y qué le ha atraído para debutar en Valencia? ¿Las condiciones económicas siguen siendo fundamentales cuando se alcanza un estatus como el suyo?

Norma. Eso es lo que me ha hecho venir hasta Valencia [ríe].

¿La relación con el director de escena, Davide Livermore, ha sido soportable?

Ha sido buena. Nos hemos divertido mucho, pero hemos trabajado duro también.

¿A cuántos directores de escena ha querido asesinar durante su carrera?

No muchos [ríe] He sido afortunada.

¿Son los grandes enemigos de los cantantes?

Los inteligentes, no. Los directores como Livermore que conocen la música no son para nada enemigos. Personas que aman el teatro y entienden las dificultades de los cantantes.

¿Cómo se ha sentido en el escenario del Palau de Les Arts?

Bien. Es un teatro muy tecnológico y el equipo que trabaja en el escenario funciona muy bien.

¿Qué opina de las sopranos que centran su carrera en los discos, en las grabaciones?

Me parece bien. Cada uno elige las oportunidades que tiene.

¿Lo más difícil para un cantante de ópera es saber cuándo retirarse?

Hay muchas cosas difíciles para los cantantes. Saber retirarse es una de ellas, sí, pero a mí siempre me ha parecido muy difícil la elección del repertorio.

¿Y qué le queda por hacer a estas alturas de su vida profesional?

No lo sé. No me pongo nuevas metas. Realmente, no lo sé. Tengo proyectos con roles que ya he cantado, como Roberto Devereux en Madrid en septiembre o Norma de nuevo, pero no debuts. Tengo claro que no quiero cantar nuevos papeles.

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