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Crítica musical

Calidad, igualdad, fraternidad

Venciendo la contraprogramación (a la postre frustrada) de río abajo, la Iturbi se llenó para oír un programa coherente y muy satisfactoriamente interpretado. Roberto y Andrés Díaz, hermanos chilenos con sendas importantes carreras sobre todo desarrolladas en los Estados Unidos, fueron sucesivamente primus inter pares en dos obras que, como Manuel Muñoz señalaba en las notas al programa, comparten la doble condición de concertantes (sin ser conciertos) y programáticas. El triunfo fue enorme tanto para ellos como para la orquesta y su director, que, acompañando con una delicadeza nunca servil, estuvieron por el contrario siempre oportunos.

En la introducción al primer fragmento del Harold de Berlioz la viola de Roberto no dejó de ser deliciosamente perceptible ni siquiera en unos piano pianissimo («alegrías sin motivo» y «anticipación de la felicidad») cuyo logro real no hizo sino potenciar el efecto del acceso de desesperación (forte y fortissimo) que los separó. En la Marcha, la ponderada calibración de las intensidades consiguió crear una convincente ilusión de primero aproximación y luego alejamiento. La Serenata tuvo por su parte aquel tono de lirismo campestre a la vez ni remilgado ni basto. Sólo con ocasión de la rememoración de los peregrinos al final cupo considerar como no plenamente acertada la idea de colocar al cuarteto de cuerdas delante del órgano y no fuera de escena, en una sala donde el público envuelve literalmente el estrado.

En el Don Quijote de Strauss, todas las onomatopeyas y demás bromas musicales (molinos, ovejas, penitentes, campesina, viajes, combate...) resultaron graciosas por la eficacia de su ejecución. Nuevamente por el contraste, quedaron con ello además realzadas las sensibles caracterizaciones de los protagonistas, la evocación de Dulcinea (a la vez expansiva e íntima en la tercera variación) y una muerte del caballero y un sollozo del escudero absolutamente conmovedores.

No pudiendo establecer jerarquías, fue una velada verdaderamente de calidad, igualdad y fraternidad.

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