Crisis, adultos que vuelven a casa de los padres, tráfico de influencias, burbuja inmobiliaria, corrupción... ¿La novela es más eficaz para narrar la realidad?
No, y el novelista no debe pretenderlo. El periodismo es un enorme mosaico de imágenes de la realidad más completo que la novela pero la ficción es buena para ahondar en los hilos de la historia porque da la libertad de «mentir» para llegar más al alma que la actualidad ha cubierto con una coraza. Pero la actualidad no era mi intención, lo que pasa es que todos los días hay noticias en los periódicos que me ayudan a explicar los personajes.
En las listas del PSPV figuran Carmen Amoraga y Fernando Delgado. ¿Deben los escritores dar un paso al frente?
Está muy bien esa afluencia de profesionales, de gente habitualmente apartada de la política, en la Transición sí hubo este tipo de aportaciones pero luego la política se oficializó y daba la impresión de que era una cosa que hacían otros. La política es buena y necesaria y debe haber gente de todos los sectores que se implique.
¿El poder corrompe?
Creo que sí. El liberalismo económico y el menor peso del Estado en las decisiones colectivas otorga un poder que inevitablemente corrompe. Andalucía, con el PSOE instalado tantos años, y la Comunitat Valenciana, con algo más de alternancia pero el PP también muy instalado, son ejemplos en los que la política ha ido fosilizándose y se han extendido redes clientelares. Pero si Ciudadanos y Podemos pasan el mismo tiempo en las instituciones pasará igual. Lo que hace falta es establecer controles efectivos y mucho cambio. La alternancia me parece fundamental no solo en el poder, también en los partidos.
Uno de sus personajes, aunque arranca las páginas de los libros, entona una oda al papel impreso,¿usted también?
Estoy dispuesto a entonar esa oda y gritarla a los cuatro vientos. En este caso arrancar las páginas de los libros es una manera de decir adiós al mundo y a una cárcel de ficción.
Sus protagonistas se transforman el uno al otro, se van «quijotizando» y «sanchificando».
Él cambia más porque lo necesita desesperadamente. Ella necesita solo acomodarse a sí misma. Son dos planetas con órbitas diferentes que se cruzan para salir despedidos en distintas direcciones. Él pasa de una vida de suplemento dominical a una vida más sencilla, a aprender a estar con uno mismo.
La filosofía del «Walden» que leen.
Sí, eso es.
¿El calor, la desidia del verano es una metáfora de la parálisis social?
Nuestra estructura social está acomodada a eso, durante el verano todo se aparca.
¿Es una obra optimista?
Sí, desde luego es optimista porque cuando todo está perdido se encuentra una manera de remontar, aunque sea humilde.
