Aparece menos minutos en pantalla pero la capital francesa se despliega ante los espectadores en una de las escenas más abrumadoras de la película. Antes de viajar al futuro los personajes aparecen en el interior de la Torre Eiffel en un momento cumbre que resume el espíritu fantástico de la película. París, París, París. El nombre de la ciudad se desprende de todos los diálogos de los personajes, en una mención más directa que a cualquier otro emplazamiento del film, incluido Valencia.
En una de las reseñas sobre Tomorrowland de las que abundan en los últimos días en la prensa americana, Brad Bird explica qué les trajo a Valencia. «Teníamos la idea de Tomorrowland como colección de edificios de diferentes épocas que encajaran bien entre sí», recoge The New York Times. En ese collage futurista es donde entra la arquitectura de Santiago Calatrava, cuyo trabajo estudiaron los creadores para componer este escenario, así como el de otros arquitectos modernistas de mitad de siglo, como John Lautner o Eero Saarinen. Sus creaciones completan el skyline de la ciudad inventada, según expone el mismo diario. Así pues, elementos futuritas salidos del Los Ángeles de los sesenta o de San Luis se integran en el conjunto de Calatrava, del cual Bird destacaba su diseño imitando el esqueleto de seres vivos. Hay otra ciudad que centra el foco de la atención y es Nueva York. Es ahí donde nace esta historia, en la feria mundial celebrada en 1964 para la que el propio Walt Disney había creado varias atracciones que luego se llevaría a su parque de Anaheim. Con motivo de ese acontecimiento se creó el Unisphere, el gigantesco globo terráqueo de metal que se une a la colección de iconos de la película.
