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Crítica

No todo está perdido

Los jóvenes se les antojará quimera y a los mayores les costará actualmente recordar que otrora la sala Rodrigo albergó unos ciclos anuales de música antigua y barroca

Serenates

la nau (valencia)

Daniel Tormo (actor) y Capella de Ministrers. Director: Carles Magraner. Obras de varios autores y cancioneros.

Los llevaban Rodrigo Madrid y Paco Bueno, y un día sí y al siguiente también se colmaba el aforo. Ya entonces, la Capella de Ministrers, fundada en 1987 y aún dirigida por Carles Magraner, constituía la aportación valenciana puntera a la recuperación del patrimonio musical medieval y renacentista. Hoy, cuando el rigor artístico y cultural parece vivir su última agonía, cada uno de sus empeños, sea una actuación en directo o un disco, se parece un poco más que el anterior a una misión de rescate a la desesperada.

Que todo no estaría definitivamente perdido si de veras cambiaran radicalmente las prioridades de nuestras instituciones del ramo lo demostró una vez más la clausura de las Serenates 2015. Constituía el programa un homenaje a Joan Roís de Corella (1435-1497), «el menos conocido de nuestros clásicos» en palabras de Jordi Carbonell pero que nunca vio puesto en música ninguno de los textos que forman su abundante obra en verso y prosa.

Con sensibles declamaciones del actor David Tormo a modo de interludios, la Capella fue desgranando un puñado de piezas compuestas por contemporáneos del escritor gandiense y extraídas en su mayoría de diversos cancioneros (Bolonia, Montecassino, Sevilla...). Al público no le habría venido mal disponer de transcripciones escritas de lo oído, pero la excelente labor de los intérpretes mantuvo constante su atención.

Destacó la joven soprano Elia Casanova, nacida en Faura. Con un timbre tan hermoso y sobre todo una técnica de impostación tan natural como los que exhibió, en este repertorio al menos no cabe sino augurarle una brillante carrera. Secundándola o por su cuenta, Carles Magraner y Fernando Marín a los arcos, Ignasi Jordá a las teclas, Robert Cases a las cuerdas pulsadas y Pau Ballester a la percusión se mostraron tan elocuentes y precisos como siempre se espera de ellos.

Tal vez no todo esté perdido.

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