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Entrevista | Teresa Viejo

"Ya no me interesa la batalla de la actualidad"

«El presente no me parece atractivo», recalca la periodista

"Ya no me interesa la batalla de la actualidad"

¿Cuánto le ha costado esta novela?

Me da apuro decirlo pero sorprendentemente poco. He escrito este libro en estado de gloria. Algún canal se ha abiero en mí y he recibido algo no sé de dónde. Ha sido algo mágico. En la primera frase está la clave, cuando apunto a la ley del desorden de los sentidos.

¿Puede explicarla?

Es el leitmotiv de uno de los personajes y es una filosofía: dejarte llevar por lo que sientes, vivir en superlativo, amar cuando te lo pide el cuerpo o el corazón. Y actuar sin medir las consecuencias.

¿Esa es una etapa en la que está usted?

No me da pudor transparentarme: yo estoy en este punto de análisis de lo espiritual, de amor en mayúsculas y de hacerme preguntas. De creer, también, que hay una inspiración que llega de algún sitio.

¿Cómo ha llegado ahí?

He pensado con el cerebro demasiado y ahora escucho a mi corazón o a mi espíritu o como quieras llamarlo. A mi nudo emocional. Yo me presento y digo «hola soy Teresa y soy un ser emocional», y eso es formidable porque te hace ser perceptiva. Y ahora me dirás: «¿y eso cómo se conjuga con el periodismo?»

Dígamelo.

Yo ya he estado en la batalla de la actualidad diaria y ya no me interesa. Tengo que dejar eso a compañeros míos que tienen muchas más ganas.

¿Y esta etapa es un paso natural después del periodismo?

Mi batalla diaria ha sido agradecida y yo soy una privilegiada. Esto es algo muy personal; a veces puedo decir que me gusta enmendar la realidad a través de la ficción pero no porque sea una desencantada de la realidad, aunque es muy fea para escribir sobre ella. A mí el periodismo no me ha tratado mal.

La realidad es fea, dice.

No me parece embaucadora. Si alguien no me conoce puede pensar que escribiría una novela negra llena de muertos, pero eso yo ya lo he contado trabajando. Yo prefiero divertirme y eso lo hago cuando me voy a otra época y visualizo cosas que no puedo pisar. Me fascina una fotografía antigua y una casa medio derruida. Y luego el presente tiene un punto de feísmo, no me parece atractivo, yo prefiero un bar de los años treinta art déco.

Su novela está plagada de espíritus.

Me acerqué a ese mundo desde un punto de vista periodístico; yo era una escéptica como mi protagonista. Descubrí que en el siglo XIX el movimiento espiritista tenía una fuerza brutal en España. Luego quedó solapado por el materialismo, por las guerras y, tras la Guerra Civil, por la Iglesia Católica. Pero he preguntado a sacerdotes que comparten que hay presencias alrededor de nosotros.

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