La escena se desarrolla en una piscina cualquiera de un apartamento cualquiera de una zona cualquiera de Benicàssim playa. Los inquilinos cambian la arena por el cloro mucho antes de lo habitual y, frente a la extrañeza del redactor, la respuesta es clara: «los blanquitos». Las señoras que cuidan de sus nietos prefieren la piscina a la playa porque allí están «los blanquitos». No los ingleses ni los fibers, ni siquiera los peyorativos guiris o fiberos. Son «los blanquitos», que al día siguiente serán rositas o rojitos, los que alteran la rutina del mes de julio castellonense. Benicàssim, la plaza tranquila de asueto estival, se agita la semana de su más importante festival, el FIB, que cumple desde hoy y hasta el domingo su vigésimoprimera edición consecutiva.

Y lo hace, como siempre, siendo viejo y nuevo a la vez. Es vieja la intención del autóctono de convertir julio en un particular agosto: menús variados para fibers, alojamientos variados para fibers, packs variados de botellón o playa para fibers, ofrecimientos variados de dudosa legalidad para fibers que arrastran los pies por el caminito del recinto. Es viejo el despliegue de seguridad, también el desfile de autoridades. Es viejo el ambiente casi mágico que distingue al FIB desde el inicio, el gracias, el por favor y el de nada que se repiten en diferentes idiomas.

Es nuevo el nombre del escenario principal, el Verde que fue Maravillas y es ahora Las Palmas, por el Desierto. Es nuevo el invento Trenchtown, un pequeño y jamaicano festival dentro del gran festival, y también South Beach, otro hedonista punto de animación. Es nuevo gran parte del público, prueba de la sólida capacidad del festival para renovar su clientela.

Es vieja y nueva a la vez la propuesta musical de la cita, que juega como suele con la nostalgia. Cabezas de cartel como Blur o Los Planetas ya lo fueron en la década de los noventa, misma época de esplendor de Noel Gallagher, entonces con Oasis y ahora con High Flying Birds. Otros como The Prodigy o Portishead, dos espectáctulos asegurados, pisaron Benicàssim recientemente. El FIB es víctima de la escasez de oferta de un mercado, el musical, que ha vivido tiempos mejores en cuanto a los grandes nombres. Es por ello que se agradecen iniciativas como FFS, la unión de Franz Ferdinand y Sparks, cuyo directo se aguarda con sana e inquieta curiosidad.

Y es que el FIB, pese a los problemas económicos de dos años atrás, parece haber encontrado un espacio de seguridad en el que moverse. Entre la fiesta y la cultura, entre la verbena y la música, al final siempre ofrece argumentos para la visita. Más si cabe desde que expandió miras con los géneros. Por ejemplo, la resistencia post-rock estará orgullosamente representada con los canadienses Godspeed You! Black Emperor, y el hip hop deparará una de las actuaciones más esperadas, la de los seminales Public Enemy.

El viaje comienza hoy con el aperitivo de los jueves. Lidera el cartel Florence and The Machine. Le siguen apuestas de clase media festivalera, como Crystal Fighters, L.A., Clean Bandit o Swim Deep. Será hoy el turno también del primer grupo valenciano de esta edición, los alicantinos Mox Nox. La Comunitat estará bien representada con los valencianos Polock y Siesta!, y los castellonenses deBigote.