La Conselleria de Educación y Cultura desembarcó ayer en el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V para compartir con sus técnicos los razonamientos para la destitución de su directora, Paz Olmos. Unos y otros, políticos y profesionales de la pinacoteca, pasaron factura a cuatro años «oscuros». El adjetivo lo puso el nuevo conseller, Vicent Marzà. Él comenzó las críticas y los técnicos pusieron los detalles ante cámaras y micrófonos.

El conseller, que acudió con el secretario autonómico y la directora general de Cultura, Albert Girona y Carmen Amoraga, respectivamente, no se fue por las ramas. Dijo que Olmos ha sido destituida por su trayectoria. Por una gestión «no adecuada» de forma «reiterada».

La cuestión de la climatización —la averia estaba aumentando preocupantemente los niveles de humedad— ha sido la última, pero relató otras causas, como una deuda con la empresa de mantenimiento, cuyo contrato venció hace un año.

«No ha gestionado bien la caja fija» (el fondo para gastos corrientes del museo y que asciende a unos 250.000 euros). El dinero «debe estar destinado al mantenimiento, a la restauración y a otras actividades para el funcionamiento del museo y no a hacer grandes eventos o exposiciones relacionadas con la moda», afirmó.

Olmos organizó dos muestras de moda en la última etapa, que incluían algún desfile como actividad complementaria.

Tras el arranque del conseller, el gerente del San Pío V, Antonio Bravo, detalló que los problemas de la climatización se habían empezado a resolver cuatro horas antes —la comparecencia tuvo lugar a las 16.00 horas— tras un gasto de solo 4.000 euros. Este, sin embargo, estaba bloqueado hasta ahora.

Los niveles máximos de calor y humedad alcanzados durante estos días han sido de 27 grados y del 75 %, «excesivos, pero no escandalosos», ya las condiciones ideales son de 22,5 grados y 55 %.

La restauradora Asunción Tena aclaró que, sin ser alarmante, los que más han sufrido por la elevada humedad han sido los lienzos de los siglos XIX y XX, porque las telas contienen mucho algodón.

En ese sentido, argumentó que retablos (de madera) y estos lienzos deberían estar en compartimentos estancos a efectos de climatización. Así, admitió que la disposición era más favorable a la conservación cuando la pintura barroca —las telas tienen más cáñamo— estaba junto a los primitivos y no ahora que está la Sala Sorolla.

Tena explicó más tarde, junto al Retrato ecuestre de Francisco de Moncada, de Van Dyck —una de las grandes piezas del museo—, que llevaban «mucho tiempo» pidiendo la restauración de esta pintura, con deformaciones «históricos» en su parte inferior. Pero «se ha perdido tiempo y se ha dedicado a exposiciones», lamentó.

De momento, el conseller y los altos cargos toman el mando en el museo. Será durante los diez días que Olmos tiene para alegaciones y el trámite posterior hasta que vuelve a su plaza en la Administración del Estado. Después designarán un director provisional, que preferiblemente saldrá de la plantilla de la pinacoteca. El tercer paso —en unos dos meses— es la elaboración de un Manual de Buenas Prácticas con el que diversos aspirantes opten a la plaza de dirección en función de su currículum y su proyecto.

Olmos se defendió ayer mismo. Su gestión ha sido «rigurosa y eficiente al máximo», dijo a Europa Press. «Hubiera entendido que contaran con otra persona de mayor confianza. No era preciso recurrir a argumentos tan poco sólidos», agregó. Argumentó que el mantenimiento lo contrata la conselleria y alegó que la moda es una disciplina en auge en los museos.

No todos lo ven igual. Gonzalo Fernández, de FSP-UGT, señaló que «se ha acabado una época tenebrista en el museo, comparable a la de Goya y su Saturno devorando a su hijo. Si dura un mes más, Olmos se hubiera acabado comiendo la pinacoteca».