­La grieta abierta en la seguridad del Museo de Bellas Artes de Valencia mantiene a antiguos y nuevos actores, responsables en la gestión del museo, gravitando en torno al maltrecho edificio. Ayer la exdirectora de la pinacoteca, Paz Olmos „destituida el pasado mes de julio„ quebró su silencio tras las acusaciones de los actuales responsables de Cultura, que atribuyeron las lagunas en la seguridad a la «mala gestión» de la exrectora. En declaraciones a Levante-EMV, la exdirectora aseguró que desconocía completamente que el sistema de seguridad permanecía desactivado. «Nunca se me informó de que esa cámara estuviera desconectada», asevera la anterior directora del San Pío V, defendiéndose ante las afirmaciones que apuntan a que ella habría permitido que se relajaran las medidas de protección del edificio.

El sistema de seguridad que protegía al pabellón saqueado, sin embargo, llevaba más de un año inutilizado, concretamente desde que se iniciaron las obras de la quinta fase en la intervención en el museo, a finales de 2013. Desde la empresa encargada de la seguridad en el museo, Lloret Protección, explican a este periódico que advirtieron que tanto la cámara exterior como el sistema de infrarrojos volumétrico del interior del pabellón iban a quedar inutilizados por «incompatibilidades con la obra», básicamente porque el cableado iba a quedar fuera de servicio. También apuntan que desde la empresa se ofrecieron soluciones para restablecer el sistema, pero las alternativas ofrecidas quedaron en el limbo entre la constructora y el museo. Este periódico se ha puesto en contacto con la adjudicataria de las obras, la empresa VIAS, que ha preferido no realizar declaraciones.

Mientras la actualidad vira hacia la responsabilidad de lo ocurrido en el museo, el robo al San Pío V queda anclado en la hemeroteca, sumándose a la cadena de expolios al patrimonio valenciano. A continuación se ofrece un inventario de pérdidas recientes, en algunos casos sin recuperar:

San Pío V: cerámicas chinas y pergaminos perdidos

En 2001, sin violencia ni nocturnidad, alguien se llevó un bol de cerámica china del siglo XII durante una exposición instalada en el mismo museo. Los técnicos no advirtieron la pérdida hasta el desmontaje de la exposición, dado que la vitrina fue sellada tras el hurto. Tres años antes, la conselleria de Cultura extravió un documento del siglo XV prestado al Museo de Bellas Artes para la exposición Ausiàs March i el seu temps.

Un Sorolla y el punto ciego del museo Benlliure

El santero de la cofradía, un pequeño lienzo de Sorolla en el Benlliure, fue robado aprovechando un punto ciego de la cámara de seguridad en 2010. El pequeño cuadro del pintor valenciano sería recuperado por la policía, que también detuvo a la autora del robo. El perfil de la ladrona, condenada a siete meses de prisión, resaltó en la páginas de los periódicos: se trataba de una poetisa que entonces sufría trastornos psiquiátricos y que habría actuado por despecho, tras comprobar que había adquirido en el rastro cinco pinturas de autores celebrados por 19.000 euros y que habían resultado ser falsas.

El capitel visigodo en el Museo de la Ciudad

Mitad de los años noventa. Alguien se plantó en el Museo de la Ciudad y, en la planta baja, se llevó con toda naturalidad un pequeño capitel de la época visigoda, justo delante del ángulo supuestamente cubierto por una de las cámaras de seguridad del recinto. El suceso activó un encendido debate entre gobierno y oposición acerca de la seguridad en los museos valencianos.

El Cillero de las Atarazanas

Otro fallo en la seguridad de un recinto municipal. En las Atarazanas, en 2002, desaparecería un cuadro de la exposición de Andrés Cillero. El caso se cerró con el desconocimiento de las circunstancias en las que fue robada la obra, en un suceso en el que se apuntaban detalles groseros, como que la puerta principal del recinto del marítimo permaneciera abierta durante toda una noche. El cuadro Súcubo se perdióy no ha vuelto a ser encontrado.

El «Quijote» de la biblioteca

En 2008, un empleado de la Biblioteca Valenciana de 62 años fue expedientado por la conselleria de Cultura por intentar sustraer un ejemplar de la segunda parte del Quijote de 1883, valorado en 3.000 euros. El hombre acabó devolviendo otros volúmenes de la biblioteca que había ido acumulando en casa. Fue interceptado cuando salía del recinto con una bolsa con la que no había entrado.

300 pergaminos del Archivo del Reino para comprar heroína

Un subalterno que trabajaba en el Archivo del Reino se hizo con varios centenares de documentos históricos en 1996 con los que pretendía obtener dinero para comprar heroína. De todos los pergaminos robados, se consiguieron recuperar un total de 230.