El portero del edificio donde Jesús Martínez Guerricabeitia vivía en Valencia vio pasar ante sí la mejor colección de arte comprometido „antifranquista, para evitar ataduras verbales„ del momento. Las obras se desembalaban allí, ante sus ojos, antes de subirlas a la vivienda, y la afirmación del portero solía ser la misma que la de los amigos del hijo del coleccionista: «¡Qué cuadros más raros compra tu padre!»

Martínez Guerricabeitia adquirió a partir de los años sesenta del siglo pasado arte «áspero», cargado de política „y de futuro„ y de denuncia de las injusticias y las desigualdades que él, hijo de minero anarcosindicalista de las comarcas valencianas del interior, había conocido en sus propias carnes tras la Guerra Civil.

Más tarde no quiso deleitarse en un museo personal y decidió donar su legado para que estuviera al alcance de cualquiera. La colección de arte fue a la Universitat de València: en 1999, diez años después de crear un patronato con su nombre en la institución académica dedicado a la difusión del arte plástico contemporáneo. La de libros, compuesta por 23.000 volúmenes, a la Biblioteca Valenciana (en 2003).

Martínez Guerricabeitia (Villar del Arzobispo, 1922) murió ayer en su casa de Valencia tras ocho años en los que la desmemoria del alzheimer se fue adueñando de su mente y su cuerpo. Un tiempo especialmente duro para la familia por el decaimiento de quien tanto afán puso por cultivarse en la vida, pese a las dificultades del entorno, subrayaba ayer su hijo, José Pedro, quien invitaba a no esconder la enfermedad que postró y recluyó a su padre como forma de lucha contra la ocultación social de quienes la padecen. La muerte en 2009 de Carmen García, la mujer del coleccionista, debilitó más la salud de este.

Autodidacta, empresario, coleccionista, mecenas, comprometido progresista€ Incluso «convencido marxista hasta las últimas horas», observaba ayer su biógrafo, el profesor José Martín. Bajo todos esos epígrafes cabe la figura de Martínez Guerricabeitia.

También en la de hijo de su tiempo y su generación, en opinión de José Pedro Martínez. Un trabajador «infatigable» al que las adversidades políticas dotaron de «una fortaleza moral enorme».

La curiosidad intelectual le llegó por vía paterna: un trabajador anarquista y culto en las minas al aire libre de arcilla de Villar del Arzobispo y Requena. Un lector formado a sí mismo que transmitió esa pasión a sus hijos, Jesús y José, fundador años después de la mítica editorial Ruedo Ibérico.

La Guerra Civil y la posterior represión impidieron el desarrollo académico de Martínez Guerricabeitia, pero no su afán por formarse. En la cárcel „por miembro de una familia de reconocidos libertarios„ recibió clases de profesores represaliados y mejoró sus conocimientos de inglés.

Es el bagaje con el que emprendería un comercio de pieles al volver a pisar la calle. Y el que se llevaría a Colombia, al emigrar en 1951 con parte de su familia para dedicarse allí al comercio internacional. No le fue mal y en 1965 regresó a Valencia para centrarse en la exportación de calzado de Alicante a Estados Unidos.

El gusto por coleccionar (desde cromos) le venía de niño, relata su biógrafo, pero es entonces cuando comienza a formar una amplia biblioteca de pensamiento político y un fondo de pintura social parte del cual nutre estos días la exposición del IVAM Colectivos artísticos en Valencia bajo el franquismo. Porque el azar quiso que esa decisión personal coincidiera con una efervescencia artística en la ciudad sin comparación en España. Es el momento de los Crónica, de Juan Genovés „con quien mantendría una fuerte relación personal„, del Equipo Realidad€

Son algunos nombres esenciales en la colección Guerricabeitia, al lado de los de Armengol, Erró, Monjalés, Canogar, Arroyo, Anzo, Heras, Antoni Miró o Carmen Calvo, entre otros. Así hasta el más joven Chema López, «casi el hijo artista que no tuvo», según el catedrático José Pedro Martínez.

En total, la donación de 1999 se compone de 124 obras únicas de 60 autores diferentes y 274 ejemplares de obra gráfica de otros 140 artistas. Después vinieron los reconocimientos (numerosos), como el Premio Importante de Levante-EMV, en 2013.

Una faceta menos conocida es la de patrocinador de la izquierda en los últimos años del franquismo y la Transición. Si su hermano José se decantó por el anarquismo, Jesús tendió en aquellos años hacia el comunismo, recordaba ayer su biógrafo. Nunca tuvo carné del PCE, pero fue mecenas habitual de actos públicos, movilizaciones y publicaciones del «partido», como se decía entonces sin necesidad de más concreciones.

Es la misma raíz comprometida que impregna el arte al que dedicó buena parte de su patrimonio personal y que donó. El arte que, como quiere pensar su hijo, ayudó a transformar a sus amigos y a aquel portero de casa.