Seguro que no es el mejor poeta europeo del siglo XX, posiblemente tampoco es el mejor maestro (aunque pocos han dejado tanta huella después), ni el mejor gramático, etnólogo, periodista o agitador político. Pero la suma de todas estas facetas hace de Carles Salvador (1893 - 1955) una figura imprescindible en la cultura valenciana del siglo XX.

Así se podría resumir el mensaje de la exposición que la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) dedica a su Escriptor de l´Any, el mestre Salvador, inaugurada ayer en el Centre Cultural La Nau de la Universitat de València.

La reivindicación no es solo de Carles Salvador, sino de una generación «bastante desconocida» por los ciudadanos del siglo XXI, según la consideración del comisario de la muestra, el académico, profesor y colaborador de Levante-EMV Lluís Meseguer.

Es la de los años 30, en la que puede incluirse al periodista Artur Perucho „«fundamental en la España de 1935 a 1937»„, el poeta Miquel Duran, el historiador Almela i Vives, el pedagogo Enric Soler i Godes, el erudito González Martí y los lingüistas Emili Beüt, Ferrer Pastor o Nicolau Primitiu. De ahí también el título de la muestra: Carles Salvador i el seu temps.

«Sin ellos no estaríamos posiblemente aquí. Sin ellos, no hubiera sido posible el redreçament posterior de la lengua y la pervivencia durante el franquismo», apuntó Emili Casanova, presidente la comisión de l´Escriptor de l´Any de la AVL.

El ex-libris de Carles Salvador resume su filosofía: «València per damunt de tot». Y en la primera mitad del siglo XX, todos aquellos con preocupaciones valencianistas acudían a él. La exposición evidencia, en este sentido, la relación con la generación posterior: con Joan Fuster, con Manuel Sanchis Guarner, que bebió de muchas fichas del mestre de Benassal para el Diccionari Català-Valencià-Balear, y con Xavier Casp.

Una de las curiosidades rescatadas para la exhibición son unos poemas inéditos que se entrecruzaron Salvador y Casp a partir de la pregunta «Haurem de viure per menjar o si menjar haurem per viure».

El último poema manuscrito de Carles Salvador (Idil·li sobre l´asfalt) es otra de las pequeñas joyas de una muestra dominada por documentos, libros y fotografías de gran tamaño junto con dos audiovisuales. Uno de ellos es una rareza cinematográfica: la versión que se hizo en los años 80 de su novela El maniquí d'argila, ilustrada en 1931 por Josep Renau.

La apertura a la sociedad de su tiempo (dejó más de mil artículos en más de 60 publicaciones: de política, valencianismo y lengua y de las fallas) le llevó incluso a involucrarse en la gestión de la empresa de Aguas de Benassal, municipio donde fue maestro, al igual que después, en Benimaclet.

Es uno de los ejes de la reivindicación de Salvador, así como la proyección de su trabajo hasta hoy: los 1,5 millones de graduados de la Junta Qualificadora pueden entenderse como herederos de los cursos que impulsó en Lo Rat Penat.

El homenaje incluirá exposiciones itinerantes, la edición de su poesía, de estudios y una biografía de mil escritores valencianos. Todo para hacer justicia a quien escribió «Ni aquell carrer de gratacels immensos / ni aquell saló de dansarines belles / ni aquell brogit de màquines i màquines... / Sols esta pau, este cel i esta terra».