El segundo festejo de la feria de novilladas de Algemesí se celebró con el habitual ambiente festivo en los colmados tendidos de la plaza y con un clima espléndido en lo climatológico. El sol en todo lo alto, el cielo azul y ninguna nube en el horizonte. Una tarde de toros ideal.

Los novillos del hierro de Guadalmena lucieron una buena presentación, si bien su juego resultó desigual. El que abrió plaza derribó con estrépito al picador Jaime Soro. El caballo se salió suelto, y en la plaza se montó un considerable desbarajuste, con el equino estrellándose contra las tablas. Recibió dos fuertes puyazos, y llegó al tercio final con unas embestidas desordenadas, sin acabar de emplearse. Fue y vino e incluso repitió, pero sin clase y con tanto temperamento como brusquedad.

El segundo recibió un puyazo sin terminar de emplearse. Muy justo de fuerzas y escaso de poder, tuvo un fondo de nobleza y calidad en su forma de meter la cara en los engaños. Dejó estar, pero tendió a claudicar más de la cuenta.

El tercero empujó con celo en varas. Más bravucón que bravo, se quiso quitar siempre el engaño y cabeceó más de la cuenta. Rebrincado y exigente, se rajó clamorosamente al final del trasteo. Y al cierraplaza se le castigó con saña en el caballo. Tendió a salirse suelto y sin entrega, aunque en conjunto resultó manejable.

El espada de Faura Fernando Beltrán, triunfador hace dos años en esta misma plaza, volvió a poner de manifiesto su empacada y ensolerada concepción de la tauromaquia.

Lució en su saludo por tijerillas al que abrió plaza, al que luego muleteó un tanto clasicismo como reposo y pausa. Sobrado de oficio y técnica, y siempre muy seguro, firmó un trabajo que tuvo un argumento tan original como expresivo en sus formas. Y anduvo suelto, puesto, suficiente y académico ante el segundo, y estuvo por encima de las condiciones de su oponente. Debutó con picadores el alumno de la escuela de tauromaquia de Valencia Juan Antonio Navas, quien el año pasado se hizo acreedor al trofeo naranja de plata al triunfador de las novillada sin picadores en esta misma plaza.

Al novillo de su presentación le lanceó con cadencia a la verónica. Y con la muleta se le vio templado y entonado, en una faena cumplidora en la que brilló por enganchar por delante a su oponente y correr la mano con buen son. Mató con la mano izquierda de un soberbio volapié de efectos fulminantes. Y ante el cuarto puso de manifiesto compostura y buen corte, sin acusar los nervios del debut. Sobresalió la impronta en los pases de pecho. Mató de otra excelente estocada.

El sobresaliente Víctor Manuel Rodado se dejó ver mucho, estuvo muy oportuno en quites de peligro y estuvo a pinta de sufrir un grave percance.