«Es la culminación de un sueño postergado». A Juan Puchades, periodista cultural y dibujante en excedencia, según se define, le sale un verso casi de Blade Runner cuando se le pregunta por Tebeo Valencia. O lo que es lo mismo, el primer „al menos de esta envergadura„ Salón del Cómic en la ciudad. «De hecho ellos mismos le llaman Feria del Cómic, pero vale, seamos elegante, digamos Salón», bromea Puchades. Parece lógico que un evento tan esperado en el sector reclame los términos más rimbombantes.

«Si se hubiera hecho hace diez años... La verdad es que llega tarde. Sé que se ha ido intentando, pero en fin, ya era hora». Daniel Torres, viñetista e ilustrador en activo, es más prosaico pero expresa la misma sensación, la de que décadas de autores valencianos no tuvieran su recinto de culto. La llega de esta feria ha sacudido la neblina que les envolvía. «La Valencia de la última parte del siglo pasado y la primera de este es más conocida fuera por el cómic que por su narrativa o por su cine», postula Puchades, y aporta algunos de los últimos héroes: Manel Gimeno, Mique Beltrán, Daniel Torres. Y Sento Llobell. «A este hombre habría que hacerle un monumento», proclama y añade al nuevo ungido: «Paco Roca, definitivamente, es quien ha roto la barrera del superventas».

«Sí que había habido intentos, recuerdo uno en paralelo a la Mostra de cine...», trata de recordar José Rodríguez, Molongui, de la veterana Futurama, una tienda que por fin dejará de tener su espacio únicamente en Viveros. Ahora su caseta se camuflará en un bosque de negocios dedicados solo a la historieta, a la ilustración y a la novela gráfica, en los 4.000 metros que abrirá Feria Valencia en diciembre para el evento. «Es que Valencia no tiene nada que envidiar a Barcelona o Madrid en número de tiendas de cómic», apunta Molongui. Entonces, si nunca han faltado firmas ni tiendas „lo que nos lleva a que público tampoco escasea„, ¿por qué diantres no cuajó una feria? «En los ochenta, cuando existió el renacer con la Nueva Escuela, al no haber ya editoriales propias, los autores nos íbamos fuera», aporta Torres quien, por cierto, contará con una exposición en Tebeo Valencia sobre su último trabajo, La casa. Esa dispersión quizás contribuyera a que en los últimos tiempos «el público no supiera que el dibujante de los superhéroes era el vecino de arriba, es valenciano». Había, en definitiva, lectores y dibujantes valencianos, pero también un desconocimiento mutuo, un eslabón partido en la cadena.

Puchades apunta a otro lugar: «Al gobierno valenciano no le interesaba promocionar propuestas de este tipo. No vende tanto como tener un circuito», dispara el periodista, y añade: «Que se haya hecho ahora tiene incluso algo de heroico». Ahora que parece que el salón no se escapa, Torres apunta que «el problema lo van a tener los organizadores, para abarcar a todos los dibujantes valencianos». A Puchades, por su parte, le quedan un par de notas al pie: «Que se haga aquí pero que mire al mundo. A veces somos muy localistas». Y antes de cerrar el exdibujante exhala un último deseo: «Que acuda el público; que dure muchos años».