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Entrevista | Carmen Amoraga

"Cultura debería tener conselleria propia y en cuanto sea posible se cumplirá"

La escritora dice que el nuevo gobierno está en proceso de «apuntalar un edificio en fase de derribo»

En su despacho en San Miguel de los Reyes. fernando bustamante

­Desde su despacho, en una torre del viejo y pacífico monasterio de San Miguel de los Reyes (hoy, Biblioteca Valenciana), se contempla desde un lado la geometría perfecta de la huerta de Valencia, la que queda. Al otro, unas cuantas chabolas, edificios degradados hijos del desarrollismo y, en la distancia, el perfil moderno de un centro comercial. Paisaje de contrastes para una escritora —la más premiada entre las valencianas vivas—, comprometida con el PSPV y Ximo Puig, que asegura que no ejerce de contrapeso de Compromís en la Conselleria de Educación y Cultura porque todos van al mismo destino.

Hace falta que todo cambie para que todo siga igual. ¿Qué le dice la cita?

Que no siempre es cierta. En este caso, todo ha cambiado para que todo sea diferente. Para empezar, nos tomamos en serio la cultura: queremos que sea motor de cambio social y económico. Queremos que la Comunitat Valenciana sea conocida por el prestigio de sus creadores y no por la Gürtel, los amiguitos del alma, los bolsos o las trampas en Europa que ahora nos toca pagar a todos. Y vamos a acabar con el clientelismo, el ocurrentismo, la falta de planificación. Nada va a ser igual después de 2015.

A ver, concrete.

Por ejemplo, me enorgullece ser partícipe de la puesta en marcha del primer Plan de Fomento de la Lectura que vamos a iniciar en breve con la Fundació Full, o de la apuesta por nuevas iniciativas para el sector de la moda, o de la coordinación entre instituciones que antes se daban la espalda, o de la concepción de la cultura como un elemento vertebrador del territorio y generador de riqueza.

Sí, pero ¿por qué tanta lentitud a la hora de tomar decisiones en el terreno cultural?

Es que no ha habido lentitud. Las decisiones están tomadas desde el minuto uno. Lo que vamos a hacer lo tenemos claro, pero la administración, por desgracia, tiene tiempos diferentes a los que te pide el cuerpo. Lo primero es aplicar el Código de Buenas Prácticas y abrir los puestos de alta dirección a los mejores proyectos, tanto si vienen de la mano de los profesionales de los sectores como de funcionarios, que los tenemos de gran calidad.

¿El riesgo de las grandes expectativas levantadas es la rapidez del desencanto?

Creo que, desde fuera, no se es consciente de la envergadura del desastre que había dentro. Y lo digo empezando por mí. Era la primera que pensaba que nada más llegar ya se notaría el cambio. Y se nota, pero estamos en proceso de limpiar tuberías, de apuntalar los cimientos de un edificio que estaba en fase de derribo. Sé que hay muchas ganas. Y le pido paciencia a la sociedad que ha votado por el cambio, porque se están haciendo cosas y muy pronto serán visibles. Y luego está la financiación: hasta que la C. Valenciana no esté correctamente financiada, no podremos poner en marcha todo lo que necesitamos.

Pero ni en cultura, ni en nada.

En definitiva, que va a ser más fácil ganar el Planeta que modificar la política cultural…

¡Yo es que nunca he ganado el Planeta! Lo que sí puedo decir es que para ser finalista del Planeta y ganar el Nadal, para escribir cualquiera de las novelas que he escrito, he puesto siempre todo mi empeño, y el mismo esfuerzo pongo ahora, cada minuto de cada día.

Volviendo a las cañerías, ¿esperaba que todo estuviera peor o ha encontrado más basura de la que podía imaginar?

Era consciente de la basura. Creo que todos éramos conscientes. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido la capacidad de conseguir que todo el mundo aceptase determinadas maneras de proceder. Por ejemplo, el exgerente del San Pío V elaboró montones de informes sobre la situación del museo, o comunicaba irregularidades, y nadie tomó cartas. Por eso he querido recuperar a Antonio Bravo como subdirector general de Patrimonio, porque quiero tener la certeza de que si me salgo del camino no se va a quedar callado.

Sí, pero mientras llega la financiación y se desatascan conductos la impresión puede ser de inactividad, ¿no? En especial, en comparación con la política anterior de grandes edificios y proyectos.

Los tiempos de los grandes fastos han terminado y la política cultural debe apoyar ahora a los creadores y a las iniciativas que han mantenido la cultura viva y en un nivel digno en tiempos difíciles.

¿Hay cierta desilusión después de tres meses en el poder?

No. Pero es verdad que hay noches que me duermo decidida a dimitir a primera hora, pero luego llega la mañana y lo que hay es muchísima ilusión y ganas. Cada día recibo en mi despacho a alcaldes o colectivos que nunca habían entrado en San Miguel de los Reyes o en Campanar. Igual que la respuesta de la ciudadanía cuando ha tenido la oportunidad de conocer el patrimonio, que es lo que ha pasado con la apertura de los palacios por el Nou d’Octubre. Su periódico tituló «El pueblo toma la Generalitat» y es lo que está pasando, en sentido literal y metafórico.

Insistiendo en lo concreto, ¿cree que ha mejorado la vida de alguien?

Un pueblo culto es un pueblo libre, y tal vez por eso hemos sufrido ese abandono de la cultura en estos años. La cultura mejora la vida de la gente, eso es un hecho, y yo aspiro a contribuir a eso, y a mejorar la imagen que los valencianos y las valencianas tenemos de nosotros, a contribuir a mejorar nuestro orgullo. Dentro de unos años nadie se acordará de quién fue director general de esto o secretario autonómico de lo otro, pero todo el mundo recordará que a partir de 2015 todas las cosas cambiaron en la Comunitat Valenciana.

¿Cultura debería tener conselleria propia, visto lo visto?

Yo creo que sí. Era uno de los compromisos electorales del partido socialista, y creo que en cuanto sea posible, se cumplirá.

¿Es usted un contrapeso del conseller Vicent Marzà y Compromís en la conselleria?

No, soy parte de un equipo que está compuesto por personas que vienen de distintos sitios pero que se dirigen al mismo lugar. La verdad, me siento muy cómoda con Vicent Marzà. Y con el secretario autonómico, Albert Girona, hay una sintonía espectacular.

¿Por qué la urgencia en el San Pío V y la paciencia en tomar alguna decisión sobre Les Arts, el Consorci o CulturArts?

Porque cada institución merece su reflexión y su toma de decisiones concretas. Lo que ocurría en el San Pío V era de juzgado de guardia, literalmente. Y encima tenemos que aguantar que desde el Partido Popular se hagan preguntas parlamentarias del tipo «¿por qué no se aseguraron de que la cámara de seguridad del pabellón Benlliure funcionaba cuando llegaron a la conselleria?» José Ignacio Casar Pinazo, incluso desde su provisionalidad como director, está cambiando el aire del museo. Y en el resto de los casos estamos pendientes del Código de Buenas Prácticas.

Sí, ¿pero el Consorci o CulturArts les valen con su estructura actual?

De momento, no se va a reformular la estructura, sí el modo de acceder a los puestos de dirección y subdirección, ahora restringidos a funcionarios, para que logre el puesto quien concurra con el mejor proyecto.

¿Qué le parece la situación de Inmaculada Gil Lázaro?

Al margen del rechazo que su gestión ha generado en los trabajadores y el sector, si ha habido irregularidades en su contratación tendremos que actuar.

Pero no lo han hecho…

Abogacía no nos deja revocar el contrato sin un certificado del organismo competente en educación que confirme lo que parece estar claro, es decir, que su titulación equivale al Bachillerato y no a una formación superior. No puede emitirlo conselleria, sino el ministerio. De nuevo está el tema de los diferentes tiempos entre la administración y las ganas de hacer las cosas. Tendremos que hacer lo posible por cambiar también esto.

¿Está satisfecha con el rumbo del IVAM?

Es que por fin es un rumbo. La programación obedece a un proyecto elaborado por un profesional —el primero en ser elegido a través de un concurso— y no ni a ocurrencias ni a retorno de favores. Está contando con colectivos de profesionales, y el sector, el público en general, los profesionales, están regresando y lo vuelven a reconocer como algo propio. Todo es mejorable, pero sí, estoy satisfecha.

Planteamos la misma pregunta hace unos meses al conseller y no se mojó demasiado: ¿Cortés puede dormir tranquilo?

Si él no tiene problemas para conciliar el sueño…

¿Ha hablado con Davide Livermore? ¿Le ha convencido?

He hablado, sí. Y me han convencido su pasión y sus ganas de trabajar en nuestro proyecto de abrir el Palau de les Arts a la ciudadanía. Fue el secretario autonómico el primero en reunirse con él y casi de inmediato, Livermore llegó con una batería de propuestas que iban en esta dirección. En Les Arts pasaban cosas incomprensibles.

¿Qué propuestas llevó?

Que las bandas de música puedan entrar, que se abran espacios de restauración y ocio, espectáculos para niños, locales para ensayos de grupo… Es un continente muy grande, que no es que estuviera sin contenido, pero no les permitían utilizarlo para la ciudadanía. El intendente tiene muchas ganas.

¿Eso de que su salario [135.000 euros anuales] doble el del presidente de la Generalitat le parece normal dado el mercado de la ópera y sus precios?

Personalmente, no; no me parece correcto. Pero me consta que ese es un tema que está sobre la mesa.

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