Una vieja librería en el centro de Valencia se convierte en el foco de atención de unos especuladores que quieren vender el edificio para dar un pelotazo en la ciudad. La Valencia inmoral, corrupta y objetivo de depredadores financieros y mafiosos del pasado más reciente es el ambiente de una de las diez novelas finalistas de la edición número 64 del Premio Planeta, que se falla esta noche. La librería Vidal es el título con el que Nadal Vila (pseudónimo) la ha presentado. Un manuscrito entre los 486 recibidos este año, de los que 40 han llegado de tierras valencianas: 21 de Valencia, 3 de Castelló y 16 de Alicante.

En total, van 21.000 originales presentados en la historia del premio, del que la editorial ha vendido 41 millones de ejemplares. La cifra significa que hay una media de dos títulos del Premio Planeta en cada hogar español. Fueron los datos que ayer aireó el nuevo presidente del grupo, José Creuheras, para presentar la ceremonia como «la gran fiesta de las letras españolas». Una celebración marcada este año por la nostalgia. Es el primer premio sin José Manuel Lara Bosch, fallecido el pasado 31 de enero, y su ausencia estuvo muy presente ayer en las palabras de los nuevos gestores del grupo y los miembros del jurado.

No hay mucho peso del pasado, sin embargo, entre las diez novelas finalistas, bastante pegadas a la realidad o a los hechos recientes: tres se ambientan en la década de los años 60 del siglo pasado. El presente tan cambiante de hoy da para todo tipo de historias: policiacas, góticas, fantásticas, de asesinos en serie... Eso sí, con muchos libros de por medio, bastante metaliteratura y buena dosis de costumbrismo, que en definitiva se trata de vender ejemplares. ¿O no?

Valencia, Barcelona, Madrid y un pueblo de Castilla son algunas de las ubicaciones de las historias. Refleja también un mayor peso de narraciones españolas, después de que el año pasado se llevara los 601.000 euros el mexicano Jorge Zepeda Patterson.

La presentación del Planeta es siempre momento para analizar el momento del mundo del libro y Creuheras no se saltó la tradición. Lo bueno es que el papel resiste, porque nueve de cada diez lectores lo prefieren. «Hace unos años parecía que hoy solo iba a existir la lectura digital, pero no es así», dijo el presidente. Ni en España ni tampoco en Europa. El mercado actual del libro digital es del 5 % y, contando la piratería, no pasaría del 10%, afirmó.

Lo malo es, entre otras cosas, ésta: la piratería, que supone 335 millones de descargas ilegales y un lucro cesante de 120 millones de euros, por lo que pidió medidas más contundentes al Gobierno. Y también que en 2014 cerraron dos librerías cada día en España, así que a juicio de Creuheras conviene una ley de protección de estos establecimientos, al modo de la que opera en Francia. El bajo índice de lectura (uno de cada tres españoles no ha leído nunca un libro) es otro factor deficitario.

No faltó tampoco la referencia a la política catalana, asunto que Lara Bosch no rehuía. Si en 2012 llenó titulares al sentenciar que si Cataluña fuera independiente Planeta tendría que irse a otro lugar de España, su hijo, José Manuel Lara García-Piriz, actual consejero delegado del grupo, dijo ayer que él no era nadie para modificar lo dicho por el padre, así que la posición es hoy la misma. «Nuestra voluntad y posición empresarial es inequívoca», remachó Creuheras.