«Antes esto era una zona de paso, con una fotocopiadora inmensa», expone Eloísa García, responsable de la Biblioteca del IVAM con 26 años de trayectoria en la casa. Los sesenta metros de exposición ganados a ese lugar de transición son su «esto era todo campo». Ella lo ha urbanizado con libros, números especiales de revistas originales y catálogos singularísimos, que conforman «una de las colecciones más completas de España en arte del siglo XX y XXI».

Fue el nuevo director, cuenta Eloísa García, quien decidió sacar del desván los fondos de la biblioteca, que llegan a los 48.000 documentos. «Tenemos en depósito archivos de artistas. Sus manuscritos y correspondencia, incluido todo el archivo personal de Renau y su biblioteca particular en Berlín», exclama la bibliotecaria.

Ayer ese fondo empezó a ver la luz y en su espacio natural, la biblioteca. La primera muestra, inaugurada ayer en presencia del propio José Miguel García Cortés, obliga a torcer el cuello hacia el Arte moderno en la España franquista, complementando la otra exposición, la de los Colectivos artísticos en Valencia bajo el franquismo, en la Galería 7 del museo. «No me gusta el término exposición complementaria, parece que sea lo que sobra allí y no se trata de eso. Esta sería lo que se llama una exposición de gabinete», tercia Irene Bonilla, comisaria de la exposición y conservadora del museo que desde ahora se dedicará exclusivamente al nuevo espacio. El espíritu de la galería será, como en este caso, ampliar los horizontes de las exposiciones que yacen en las demás salas del museo. «En este caso, por ejemplo, si en la muestra de los colectivos se explica la revolución social, aquí hemos ido a por los antecedentes», señala Bonilla.

Entre los cuarenta documentos que alberga la galería, de entre el 1947 y 1960, destaca por ejemplo el cartel de la única Exposición de Arte Normativo, que se realizó en el Ateneo Mercantil de Valencia en 1960; o la revista Dau al Set, editada en Barcelona por el colectivo del mismo nombre. «Era una edición muy sencilla, hecha a mano, en la que participaban Tàpies o Joan Brossa. La muestra estará hasta enero del próximo año, cuando dejará paso a un taller. Este desdoblamiento de identidad será otro de los rasgos de la sala. «Es un espacio polivalente que servirá también para realizar talleres y mesas redondas; tenemos un mobiliario propio y versátil», cuenta la responsable de una biblioteca que ya no se ciñe a su nombre.