Imaginad: un ático del Ensanche de Valencia, un sol que invita a creer que este año por fin no habrá invierno, algo de comida, unas bebidas, unas treinta personas „las justas para llenar el apartamento„ y un par de canciones sin micrófono, solo voz y guitarra, de Jorge Martí y Pau Roca, el 40 % de La Habitación Roja. Iba a ser un almuerzo de presentación de la cuarta edición del festival Deleste, pero fue más bien el aperitivo de «la fiesta» de dos días que empezará mañana. «Cada momento hay que apreciarlo», filosofaba Martí entre acordes (La moneda en el aire). Y tanto.

La banda de l´Eliana es la estrella del primer día de un certamen que huye del concepto de macrofestival, lleva a su público (el perfil es de treintañeros y algo más) al auditorio del Espai Rambleta (800 personas de aforo), no solapa conciertos y coctelea grupos internacionales „algunos tan desconocidos como el californiano Mike Krol„ con sonidos valencianos.

Contó Martí que La Habitación Roja, que lleva meses con la celebración de su 20 aniversario, quería volver con esa excusa a un auditorio de Valencia „no lo hace desde el 15 de noviembre de 2003, entonces en el Palau de la Música„, pensó en alquilar Rambleta, pero entonces se cruzó Deleste y les ofreció un concierto especial.

Será el más extenso en la historia del festival, casi 90 minutos „no los habituales 60 de los macrocertámenes bien conocidos por la banda valenciana (estuvieron en el nuevo Festival de les Arts esta primavera, sin ir más lejos)„, con proyecciones para cada canción de César Sabáter. Será un repaso a una historia serena y larga, desde l´Eliana hasta Noruega, de un grupo que se siente profeta en casa.

Antes de La Habitación Roja, el escenario estará ocupado por el cantaor de Xàtiva Pep Gimeno Botifarra. El argumento es sencillo: «Si nos emociona el folk de Nueva Orleans, por qué no el de la principal voz valenciana», explicó Quique Medina, uno de los cinco «activistas» de la música que organiza el Deleste. Los norteamericanos Low, de gira por España, son los cabeza de cartel del sábado.

Como el proyecto es artesanal y casero, la presentación se celebró ayer en el piso de Luis, uno de los cinco promotores. Dicen que a partir del cuarto año un festival debe consolidarse y empezar a no dar números rojos. En esas está Deleste, que este año ha ganado apoyos privados y ha perdido el logo del Ayuntamiento de Valencia (no aporta nada). Aunque hay «buen rollo», los organizadores reconocen estar «cabreados entre comillas». «Creer que querer es poder, creer que se puede creer» (La segunda oportunidad), recetaban poco después Jorge Martí y Pau Roca.