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Crítica

Un Bruckner de especialista

Siempre que ha tenido la oportunidad, Yaron Traub ha demostrado que Bruckner es una de las asignaturas en las que más provecho extrajo de su formación junto a Celibidache y Barenboim

«Octava de Bruckner»

palau de la música (valencia)

23 de octubre

Dirección: Yaron Traub

Músicos: Hugo Moltó Medina (guitarra) y Orquestra de València. Obras: Rodrigo y Bruckner.

Siempre que ha tenido la oportunidad, Yaron Traub ha demostrado que Bruckner es una de las asignaturas en las que más provecho extrajo de su formación junto a Celibidache y Barenboim. La enésima prueba la ha dado en la segunda Octava que ha dirigido a una orquesta que en los diez años que lleva bajo su titularidad también ha hecho de este compositor uno de sus buques insignia. Salvo por el leve despiste de una flauta en la primera sección del desarrollo en el final, fue una versión sin fisuras en lo material. Construida sobre la base de una pulsión interna de intensidad constante en su dramatismo, los momentos de etéreo misticismo y de formidable esplendor sonoro aparecieron donde y como debían, sin el más mínimo asomo de concesión al efectismo.

En realidad, fue un Bruckner cabal, con todas sus honduras expresivas, reminiscencias rústicas y sutilezas tímbricas sin perjuicio alguno ni para el orden, ni para la cantabilidad ni para la solidez arquitectónica en la acumulación de tensiones hasta las sucesivas cimas de sonoridad plena y masiva. Particular encanto produjo el exquisito esmero con que por otro lado se mantuvo continua la densidad expresiva con una dosificación del rubato, una calibración de las dinámicas y una elocuencia en el fraseo que nunca contravinieron el equilibrio entre melodismo y estructura.

En una orquesta en su conjunto tan capaz de la máxima expansión como del máximo encogimiento, destacaron como primi inter pares el timbalero, las trompas (wagnerianas incluidas) y el tuba. Y si hubiera que escoger un pasaje especialmente logrado, el clímax entre platillazos del Adagio y todo lo que a éste condujo.

En la primera parte, el joven guitarrista Hugo Moltó Medina (Denia, 1994) se mostró muy prometedor en un Concierto de Aranjuez que sin duda le reserva grandes triunfos si sube otro peldaño en achaque de refinamiento técnico pero de todos modos adulterado una vez más por la amplificación electrónica. Con una sección de cuerdas reducida a trece componentes (3-3-4-2-1), la ocasión la volvieron a pintar calva.

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