La muerte de José Esteve Edo (nacido en Valencia en 1917) nos mueve a una apretada síntesis valorativa de su figura artística. Sin abandonar la figuración, Esteve es quien mejor recoge el ansia de conexión con el arte nuevo que caracterizó a la generación de la Segunda República. Recibió la influencia academicista del profesorado de «San Carlos», a excepción de Beltrán, quien le señaló una orientación estética flexibilizada entre el realismo y el clasicismo. Fue un profesional que procedió a una renovación de la escultura valenciana de la postguerra, pese a los condicionantes sociológicos, políticos, económicos, sociales y culturales de la España de los años cuarenta.

Cultivó todas las facetas escultóricas: talla, modelado, relieve, escultura conmemorativa y monumental, imaginería religiosa, retrato y obra de estudio. (Sobresalió „sin duda„ en el ámbito del relieve escultórico).

Con Pax (1945) obtendría el Primer Premio Nacional de Escultura. Fue en 1947, al marchar a Madrid a trabajar con sus admirados escultores valencianos Capuz y Adsuara, cuando se impregnaría de los valores estéticos que caracterizaban a la mejor escultura española de la tradición figurativa.

Hay un Esteve anterior y otro posterior a su viaje parisino de 1948. Allí, y hasta 1950, trabajó fundamentalmente con dos escultores: el zaragozano Honorio García Condoy „del que pudo apreciar directamente sus incursiones en el ámbito del cubismo„, y el ruso Ossip Zadkine. Apadrinado por este último trabajó intensamente con él más de un año. De la mano de otro gran artista valenciano, Sempere, conoció a Braque y a otros representantes de la aventura creadora vanguardista. También conectó con la obra de Rodin, y la de Bourdelle, Maillol, Archipenko, Picasso...

De regreso a España en 1950 gestionó una beca que le permitiría ampliar estudios en Italia, donde residió durante 1951. En Roma contrastó la vanguardia apreciada en París con el aliento espiritual emanado de Donatello, quien, a la sazón, es quien más le importaba. Pero será a través del contacto con Manzú como Esteve llegaría a comprender mejor a Donatello.

Ya en España obtendría el Premio Nacional por su Monumento a la Vendimia, que sería erigido en la valenciana ciudad de Requena.

La obra de Esteve sería valorada por Aguilera Cerni, quien le invitará a formar parte del Grupo Parpalló" Seleccionado en 1956 para realizar obras escultóricas en la República Dominicana, esta nueva experiencia le posibilitaría entrar en contacto con una cultura exótica, si bien matizada por la culturización española. Otros viajes posteriores: Múnich „donde trabajó con el escultor Robert Lippel, o el realizado a El Aaium, tras haber conseguido la beca del Instituto de Estudios Norteafricanos„, ampliarían su visión y concepción del arte.

Después, como Profesor en Toledo, y trabajando en su estudio, visitó a Victorio Macho. Vuelto a Valencia, obtuvo la Cátedra de Escultura ingresando después en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. (La obra de Esteve Edo ha sido estudiada „entre otros„ por Salvador Aldana, Ana Llanas y Francisco Agramunt).

Además de profesor, Esteve fue Director del Departamento de Escultura y primer Decano (1979-1985) de la Facultad de Bellas Artes de San Carlos. Tras su jubilación continuó enseñando como Profesor Emérito. Propició y alentó significativos cambios estructurales tendentes a una modernización y puesta al día de criterios docentes y de investigación en el marco de la Universidad Politécnica de Valencia.

Recibió la Medalla de Oro de la Universidad Politécnica de Valencia, en cuyo campus tiene emplazadas varias esculturas, que se suman a otras muchas ubicadas en espacios públicos de su ciudad natal. El Ayuntamiento de Valencia le nombró Hijo Predilecto y la Generalitat Valenciana le otorgó la Distinción al Mérito Cultural.