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Crítica

Si resfriada cantó así...

Hace ya mucho que, cada uno, dos o tres años, Cecilia Bartoli (Roma, 1966) saca un disco temático, por lo regular dedicado a zonas olvidadas del repertorio barroco, y luego pasea todo o parte de su contenido por auditorios de medio mundo

Cecilia Bartoli

palau de la música (valencia)

Int. Cecilia Bartoli e I Barocchisti. Dir. Diego Fasolis. Obras de: Vivaldi, Raupach, Galuppi, Araia, Hasse y Porpora.

Hace ya mucho que, cada uno, dos o tres años, Cecilia Bartoli (Roma, 1966) saca un disco temático, por lo regular dedicado a zonas olvidadas del repertorio barroco, y luego pasea todo o parte de su contenido por auditorios de medio mundo. De la eficacia de esta casi rutina en una de las grandes cantantes del último cuarto de siglo da idea lo mucho que ha contribuido a la recuperación por ejemplo de la obra vocal de Vivaldi. Además de a éste, el programa del recital con el que ha vuelto al Palau ha incluido cuatro de los once números de que se compone el último proyecto discográfico, consagrado a los compositores italianos o de escuela italiana que en siglo XVIII trabajaron en la corte de San Petersburgo, muchos de ellos rescatados de los archivos del teatro Mariinski.

La lógica decepción que en un principio produjo el anuncio por megafonía de que la artista se hallaba mermada en sus facultades físicas se vio de inmediato por un lado compensada por la reflexión de que era una suerte que no hubiera tenido que suspender, por otro corregido por la evidencia de que no era para tanto. Si resfriada cantó así, ¿qué habría hecho en plena forma? Tiene Bartoli declarado que en su opinión el canto es un arte dramático y que en consecuencia ella se considera una actriz que cuenta historias a través de la música. En esta ocasión contó once, la que peor maravillosamente porque en su caso se cumple como en pocos la máxima de que la técnica vocal sólo vale si es un medio para la transmisión de mensajes. Cuando lo que se pedía era velocidad, la agilidad resultó tan asombrosa como se esperaba. Probablemente, relevancia aún mayor tuvo sin embargo el dominio, más difícil si cabe, de la piccola coloratura y el fiato piano en los pasajes lentos.

El enorme éxito no fue en exclusiva para la zarina Cecilia, que hubo de compartirlo con su corte, esto es, I Barocchisti de Diego Fasolis, que prestaron en todo momento el apoyo oportuno con una complicidad sin fisuras que no excluyó la asunción de protagonismo cuando convenía.

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