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Obras

El descubrimiento del pintor renacentista Gaspar Requena

Una biografía «rescata» doce retablos y 50 cuadros de un discípulo de Joan de Joanes que «hace diez años no tenía nombre»

El descubrimiento del pintor renacentista Gaspar Requena

«Discípulo joanesco de Montesa». Con este nombre aparece en la guía que el Museo de Bellas Artes de Valencia publicó de su colección permanente en 2009. «Maestro de la Merced» es otro calificativo con el que se conocía a un autor «que hace diez años nadie sabía quién era». Hoy sabemos que la mano que está detrás de los Pasajes de la vida de Santo Domingo que custodia la pinacoteca valenciana, o del Retablo de Santa Úrsula „también conservado en el museo„, es la de Gaspar Requena, un «joanesco» sí, pero con suficiente entidad, obra y matices propios para merecer un estudio.

El primero, de calado importante, es el que han realizado Lorenzo Hernández Guardiola, Albert Ferrer Orts, María José López Azorín y Josep-Mari Gómez. Lleva por título Gaspar Requena, pintor valenciano del Renacimiento (Editorial Ulleye) y fue presentado ayer en la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de València.

La obra es el resultado de nueve años de trabajo, desde que en 2006 recibieron el encargo de realizar las fichas del «discípulo joanesco de Montesa» de cara a la edición de La Luz de las Imágenes de Xàtiva (2007).

Ahora se ha documentado que nació en 1515 en Montesa (no en Cocentaina, como se pensaba) y que murió en torno al 1585. Y se sabe también que fue amigo y el colaborador más estrecho de Joan de Joanes, «el pintor más excelso del Renacimiento español». La frase es del profesor de la Universitat Albert Ferrer y se justifica en que no incluye a El Greco, que venía de fuera.

Los autores de la investigación han catalogado como obra de Gaspar Requena doce retablos y cincuenta cuadros del siglo XVI, procedentes de conjuntos desmembrados tras las desamortizaciones del siglo XIX. «Un trabajo de rompecabezas», afirma Ferrer.

Han rastreado fondos de museos, iglesias, colecciones particulares y casas de subastas para fijar la autoría de obras como un retablo sito en el Instituto Lluís Vives (antiguo colegio de la compañía de Jesús), otro en Montesa, uno más en la iglesia de San Agustín de Valencia y otros en Bocairent y en la parroquial de Agullent. El trabajo es una puerta abierta además al descubrimiento de nuevas piezas, ahora anónimas o mal atribuidas.

El estudio plantea una sugerente tesis: que Joan de Joanes copó la mejor clientela valenciana con un importante taller „figuraban, además de Requena, Nicolás Borrás, Jerónimo de Córdoba, el Beato Nicolás Factor o su propio hijo„ y que Requena, tras emanciparse y formar obrador, encontró un mercado propio entre Valencia y Xàtiva con unos comitentes de menor nivel económico que los de Joanes, a los que este no podía dar abasto.

Requena, que contará con su hijo en su taller, continúa los modelos del maestro pero con diferencias y un acabado que no alcanza a sus trabajos realizados en colaboración de Joanes. En la perpetuación de estilo de este con la extensión de lo «joanesco» se diluye el nombre y la identidad de Requena, hoy rescatados.

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